La votación de cuatro de los cinco integrantes de la Primera Sala de la SCJN a favor de la sentencia que presentó el ministro Sergio Zaldívar va más allá del caso particular y abre una nueva etapa en la historia del país. La afirmación puede sonar a lugar común, pero sus implicaciones no pueden pasar desapercibidas. Esta resolución tiene tres efectos relevantes: es el principio del fin del trato paternalista del gobierno y el Legislativo a la ciudadanía; es el principio del fin de la manera de enfrentar la realidad de la producción y consumo de las drogas; es el principio del fin del actual modelo de enfrentar el narcotráfico y la violencia.
Los ministros consideran inconstitucionales cinco artículos de la Ley General de Salud por restringir la libertad y abren el espacio para que los adultos en el ejercicio pleno de su libertad decidan lo que estimen pertinente para el “desarrollo de su personalidad”, siempre que no afecten a terceros. El gobierno y el Congreso no pueden tratar a los adultos como menores de edad. Su responsabilidad es garantizar más derechos y libertades. El único límite es el daño que se pueda causar a los otros.
La resolución es un primer paso para tratar la realidad de las drogas, ahora la mariguana, en el marco de la legalización-regulación como sucede con el alcohol y el tabaco, también drogas. La medida beneficia sólo a cuatro personas, pero otras organizaciones van a iniciar procesos como el de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART). Los ministros ante casos iguales tendrán que votar como ya lo hicieron. Después de cinco de éstos se genera jurisprudencia. Se abrirá el camino, no hay otra posibilidad, para que se legalice-regule la producción, traslado, tratamiento, almacenamiento y consumo de la mariguana como ya ocurre en Holanda, Uruguay, Estados Unidos, España y otros países.
Los ministros abren el espacio para que las autoridades del país abandonen el paradigma prohibicionista y punitivo con que se ha tratado de enfrentar la realidad de las drogas en los últimos 50 años. A México ha costado cientos de miles de muertos y miles de millones de dólares en una estrategia que ha fracasado en el mundo. La legalización-regulación implica llevar la realidad del consumo de las drogas, por ahora la mariguana, al campo de la salud pública, como sucede con el alcohol y el tabaco, y sacarlo del ámbito de la seguridad pública o de la seguridad nacional.
Es la única manera que el gobierno puede ganar al crimen organizado que se reproduce y crece en la ilegalidad. Quienes se oponen a la legalización-regulación, quiéranlo o no, favorecen a los narcotraficantes que no quieren esto suceda. Ése es el principio del fin de la acumulación perversa del capital, para comprar autoridades y matar. Entre más rápido las autoridades tomen el camino de la legalización-regulación, que terminará por imponerse, cederá la violencia y se podrán destinar los recursos que ahora se gastan en el actual paradigma en acciones rentables y productivas para la ciudadanía.