Siendo de aquí, de Xalapa, apenas es lógico que me interese la vida pública de mi municipio y que, en lo posible, exponga opiniones y participe en varios aspectos de su realidad. Soy un poco reiterativo en la mención y convocatoria sobre algunos de sus problemas, igual que lo soy con sus cualidades. Xalapa, por origen y evolución, tiene grandes ventajas en su vegetación, en el clima, en su vida cultural y en un consistente capital social; sus debilidades se localizan en una capital de especie fallida, en un cabildo poco deliberativo y comprometido, en la influencia perniciosa del clientelismo y la mediocridad de sus élites. Esa es nuestra Xalapa de contrastes, entre la virtud universitaria y esa especie de esclavismo en grupos de presión, entre retazos de crecimiento urbano y el abandono barrial, entre las caminatas en sus preciosos parques y el caos vehicular, entre la inseguridad y la denuncia ciudadana , etc. .
Con y por instituciones opacas y de autoconsumo avanza la inseguridad, con una violencia cada vez más extrema y cruel; por desiciones políticas se le restan áreas verdes a la ciudad, propiciando el empoderamiento de grupos desleales y extraños, como también se favorece el desorden en el transporte público, especialmente en los taxis. Dejando para otra oportunidad los apuntes sobre varios de esos temas por el momento me interesa volver a tratar el asunto de los taxis, ejemplo de la visión que tienen en el gobierno estatal sobre nosotros, de la omisión del Cabildo al respecto y la confusión que se crea en la población.
Para tener un contexto es importante considerar algunos datos de nivel internacional: Madrid, como zona metropolitana, cuenta con 15,700 taxis para cuatro millones de habitantes; Barcelona, tiene 10,500 taxis para un millón y medio de habitantes; Nueva York, dispone de 13,400 taxis para casi diecisiete millones de habitantes; mientras que México, D.F y su zona metropolitana andan por los 60,000 taxis para veintidós millones de habitantes. En Xalapa, más otros dos municipios aledaños, ya circulan unos 10,000 taxis. Hay una historia de la evolución cuantitativa de ese servicio de transporte: hasta el sexenio de Dante Delgado, contábamos con unos 2,600 taxis, sumados en cantidades de 400 o 500 cada seis años; en el gobierno de Alemán, no hubo de esas concesiones; es en los últimos once años que se elevó su numero en forma desproporcionada, rompiendo drásticamente una línea de crecimiento.
Además del negocio que este acto supone, con ingresos moderados a las finanzas del estado y fuertes aportaciones corruptas a redes de control, constituye un atentado vial a nuestra ciudad. Tan elevado número de taxis no obedece a ningún tipo de planeación, no se respalda en criterios técnicos y, mucho menos, pretende dar un buen servicio a los usuarios; es un simple e irresponsable negocio en tiempos de una política confusa y ajena a mínimos de un gobierno democrático. Con tanto taxi circulando, imagen apocalíptica, se degrada el servicio para quienes lo prestan y para quienes lo reciben; no se respeta la ley de oferta y demanda, no se considera su necesidad respecto del tamaño de la población, se satura ese transporte y se generan muchos problemas. Veamos.
Aumenta el tráfico vehicular con sus efectos en caos y contaminación, la competencia natural por el pasaje provoca presiones y accidentes; el oficio se degrada, deja de ser específico para volverse del montón; el descenso de ingresos lleva a la quiebra de los propietarios y la tentación de uso ilegal de sus vehículos. Por supuesto, los taxistas son un sector cautivo para el clientelismo oficial. Tenemos ante nosotros un fenómeno nocivo creado artificialmente por el Gobierno estatal, con absoluta irresponsabilidad, reflejando su visión del servicio público y el tipo de compromiso con la ciudadanía xalapeña.
Preocupa la tolerancia y desinformación de la sociedad respecto a este atentado a la ciudad; hay quienes lo reciben en cuanto propietarios aun viendo el desorden, hay quienes lo observan como usuarios o no sin opinar en alarma por un hecho tan grave. Es un negocio millonario, abusivo, que lesiona seriamente nuestra calidad de vida; merecería análisis, opiniones, estudios, críticas y deslindes. A la Xalapa tranquila ese tipo de medidas le dan al traste. Lo peor es que son personajes ajenos que vienen a llenarse las bolsas y se van, dejándonos los problemas.
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Recadito: La coalición opositora es una condición indispensable para la alternancia, impuesta por la realidad.