Por Ramón Durón Ruiz

Este viernes los mexicanos celebramos y reflexionamos en el CV Aniversario de la Revolución Mexicana, tiempo de hacer nuestras las palabras de Carlos Pellicer:
“La patria necesita aquellos hombres,
que le hagan ver la tarde sin tristeza.
Hay tanto y lo que hay es para pocos,
se olvida que la patria es para todos.
Si el genio y la belleza entre nosotros
fue tanto y natural,
que el recuerdo del hombre de otros días
nos comprometa para ser mejores.
La patria debe de ser nuestra alegría,
y no nuestra vergüenza por culpa de nosotros.
Es difícil ser buenos.
Hay que ser héroes de nosotros mismos”
Este 20 de noviembre celebramos la gesta heroica de un puñado de valientes que fusil en mano, rompiendo con el orden establecido, modificaron de cuajo el sistema político, legándonos con su excepcional amor a México: Democracia, Constitución, Patria y Libertad, y con ello, la lección de que “hay que ser héroes de nosotros mismos”
Para éste Filósofo estos no son tiempos de disputas estériles, ni confrontaciones fraternas, son tiempos de tener visión de gran calado, son tiempos de enriquecer a México con imaginación, lealtad, patriotismo, trabajo y valor.
El primer gran fruto de la revolución fue la Constitución de 1917, que bajo el impulso creador de un Constituyente Revolucionario lleno de patriotismo, supo fraguar la unidad de todos los grupos armados, que impulsaron el surgimiento de una Carta Magna, que rompiendo los moldes del derecho constitucional plasmaba en un mismo texto garantías individuales y sociales.
En la elección casi plebiscitaria del 2000, la lección que los votos de todos los mexicanos en las urnas enviaron a nuestros políticos nacionales fue:
1.- Que frente a la riqueza de la pluralidad, exista tolerancia, sentido de Patria y congruencia.
2.- Que el conflicto no es el camino para la construcción del México próspero y unido, que legaremos a nuestros hijos, que la violencia no entusiasma al electorado, y
3.- Que queremos que tengan el talante y el talento de trabajar en una nación reconciliada.
HOY los mexicanos deseamos, que nuestros políticos sepan qué hacer con nuestra excepcional transición democrática. Anhelamos que los buenos resultados se sientan en los hogares. Queremos políticos sensibles al mundo de violencia y desaliento que nos amenaza, que tengan la humildad y el patriotismo de enriquecer o hasta reinventar nuestras instituciones, que HOY en día en algunas regiones del país, viven horas difíciles, están frágiles y casi prendidas con alfileres.
Este es tiempo que nuestros políticos nacionales, ajenos a la soberbia del poder y la arrogancia del centralismo, plenos de humildad y con altura de miras, ajenos a la pasión mezquina y partidaria, a la actitud sectaria o de grupo, con impulso creador, revolucionen su conciencia, piensen con desprendimiento en México. Pareciese que en éste país de paradojas, los cambios se hacen para que todo siga igual, creo que a nuestros políticos nacionales les sigue preocupando más el oropel de la imagen y la candidatura del 2018, que los resultados; lo que genera una desgastada relación entre la política y la ciudadanía.
Lo de la Revolución me recuerda al General Álvaro Obregón, quien el 3 de julio de 1915, en la Batalla de Celaya perdiera su antebrazo derecho. “En cierta ocasión Obregón miraba la hora en su fino reloj colocado en el muñón de su mano derecha, uno de los generales que convivían con él le preguntó:
— Mi general… ¿Por qué no usas el reloj en tu brazo izquierdo, el bueno?
— Pleno de ingenio, el General Obregón respondió: ¿Y quién ‘ingaos le va a dar cuerda?”