Se ha dicho y escrito que la corrupción en nuestro país es “cultural”. Pareciera que es una actividad cotidiana y que ya estamos “acostumbrados”. Es posible, pero no debe ser nuestro modo y forma de vida. Aspiramos a una mejor sociedad y tenemos que cambiarla.

Acompaña a la corrupción la impunidad, y eso duele, porque cada día los medios informativos nos revelan nuevos casos de corrupción y no pasa nada. Por el contrario, hasta se les premia con nuevas responsabilidades públicas o contratos (en el caso de la iniciativa privada) más onerosos para el erario y de mayor beneficio para el corrupto.

Comparto el llamado del diputado Ricardo Ahued Bardahuil, presidente de la Comisión Permanente de Desarrollo Económico de la LXIII Legislatura del Estado: “Las administraciones municipales y estatales deben vigilar el desempeño de los funcionarios públicos e informar sobre las empresas a las que contratan servicios, que sean reales y no comercializadoras ‘patito’ (…) Es muy común que se den casos de corrupción dentro de los diferentes ámbitos de Gobierno, así como en el interior de las empresas”.

Escribe la académica y politóloga Denise Dresser, en su última colaboración para la revista Proceso: “La corrupción no es un problema exclusivo de México, pero la impunidad, sí.” Más adelante ejemplifica:

“De 72 escándalos de corrupción de los que fueron objeto 41 gobernadores mexicanos, sólo 16 fueron investigados. Para las otras 56 acusaciones mediáticas, las autoridades ni siquiera iniciaron una investigación al respecto. De las 16 investigaciones, sólo cuatro resultaron en la consignación del Gobernador acusado. Mientras que Estados Unidos tiene una efectividad de 100 por ciento al perseguir casos de corrupción, en México sólo se ha investigado 22 por ciento de los casos y tan sólo 5 por ciento resultó con una consignación del presunto responsable” (Revista Proceso No. 2038, noviembre 23 de 2015).

El diputado Ahued habló sobre la necesidad de poner fin a la impunidad, que las autoridades actúen con alto sentido de responsabilidad y castiguen a quienes cometan actos ilícitos en las administraciones federal, estatal y municipal, así como de quienes –fuera del servicio público– son señalados por alguna conducta impropia. Por supuesto, Usted tiene la mejor opinión.

En otro orden de ideas, no puedo dejar de mencionar que hoy conmemoramos el Día Internacional de la No violencia Contra la Mujer, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de 1999, a propuesta de la República Dominicana, con apoyo de 60 países.

Recordemos que el 25 de noviembre de 1960, los cuerpos de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal se encontraron en el fondo de un acantilado, en la costa de la República Dominicana.

En diversas versiones se ha logrado integrar una aproximación de lo que padecieron estas mujeres. Ciriaco de la Rosa, uno de los asesinos, lo contaría más tarde: “Después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa).

“Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de la Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas (…) Traté de evitar este horrendo crimen, pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo y Johnny Abbes García. De lo contrario nos hubieran liquidado a todos”.

Hoy las recuerdo, las recordamos para seguir en la lucha de erradicar la violencia que aún viven y padecen miles de mujeres en nuestro país.

Por hoy es todo. Le deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.