Por Ramón Durón Ruíz
Mi querido amigo Sergio Zertuche me envía una frase que me encanta: “Gran parte de los problemas están en nuestra mente, amplificados por el miedo.”
La íntima naturaleza del niño es el amor, no tiene miedo a gozar y experimentar su vida, a viajar sus sueños. El miedo es adquirido en la infancia, es una carga negativa que los adultos inculcamos sin saberlo a los niños: no vayas para allá… sale ‘el cuco’, no agarres el vaso, lo vas a quebrar, no te subas… te vas a caer.
El miedo es una barda que te separa de tu grandeza, de tu unidad con el Padre, cuando vives con miedo, no vives, sobrevives, la vida se te va como agua entre las manos, cuando el miedo llega, la paz interior se estremece, la sabiduría se esconde… el amor se va.
El miedo te paraliza, neutraliza tu creatividad, pero ¿A qué tienes miedo? Si todo lo que ha de suceder… ¡sucederá!, todo lo que se inicia con miedo, está llamado a no fructificar, sólo recuerda que estás hecho por manos Divinas, a imagen y semejanza de DIOS, que tiene un plan perfecto para ti.
“El dolor lo lloras, la rabia la gritas… pero el miedo se atraca directamente en tu corazón” El miedo –si tú lo permites– le quita poder a tu ser, desarmoniza tu trinidad mente-cuerpo-alma, con el universo; si tienes miedo a intentar, estas perdido, “porque por miedo muchas carreras se han perdido… antes de haberse corrido”.
El miedo es una emoción que genera un círculo vicioso en torno al cual giran el ego, el odio, el rencor, la ira, el resentimiento, el ridículo, el fracaso; asúmete responsable de tu evolución espiritual y crecimiento físico.
El viejo Filósofo te pide escuches la voz de tu corazón, que es un llamado a la vida, para que no tengas miedo, para que lo debilites reconociéndolo, enfrentándolo, haciéndolo a un lado… para seguir tu camino.
La antítesis de la emoción del miedo, es el amor, todo lo que parte de la emoción del amor, es sanador, es mágico, está llamado a prosperar y tener éxito. El Filósofo de Güémez, sabe que el centro del humor, es el amor, por eso recorro el universo volando con dos alas: el amor y el humor.
El poeta dijo: “los versos no son de quien los compone… sino de quien los hace suyos.” Igual es el humor, que en la universalidad que posee, nos permite hacer nuestro un chiste.
Resulta que “llegan a la casa del viejo campesino de Güémez un grupo de académicos, el líder de ellos le dice:
— Somos doctores en astronomía, sabemos que eres un campesino que tiene un romance con el amor y el humor, venimos a conocer tu sentido primario del universo, tu rica imaginería y tu visión rustica de la vida.
— Encantado Dr. –dice el Filósofo de Güémez— siéntense y vamos a platicar.
— ¡No!, queremos irnos a la sierra contigo, traemos carne para asar, sleeping, casa de campaña… todo lo necesario para disfrutar la tarde-noche.
Cuando la tarde languidecía, en pleno otoño, la majestuosidad y el colorido de la sierra güemense, recibió con sus mejores galas al grupo de científicos; con sus aguas cristalinas, con el canto de las aves que era –como el pájaro de 400 voces– una sinfonía de amor a la vida, un cielo limpio y trasparente, con un estallido multicolor en sus árboles, con un zacate que era como alfombra persa, inacabablemente bello.
Los doctores extasiados por el paisaje, detuvieron la marcha de la camioneta y decidieron acampar en ese lugar, armaron una impresionante casa de campaña, bajaron las hieleras, principiaron a asar la carne.
Al mismo tiempo que disfrutaban de unos ‘alipuses’, escuchaban al Filósofo de Güémez, que les platicaba la visión de la cosmogonía de los hombres del campo, misma que los cautivo de principio a fin. Después de disfrutar la rica gastronomía norteña, acompañada de las bebidas ‘espirituosas’ y la amena charla del viejo campesino, ante el fresco de la noche, se metieron a dormir a la enorme casa de campaña.
Horas más tarde, el Filósofo de allá mesmo se despertó y codeando al doctor le dijo:
— ¡Doctor!, mire al cielo y dígame ¿que ve…?
— Veo –dijo tomando pose doctoral con las manos detrás de la cabeza– millones y millones de estrellas…
— ¿Y eso qué le dice?, –dijo el campesino.
—Astronómicamente, que hay millones de galaxias y potencialmente billones de planetas…; Astrológicamente, que mercurio está alineado con piscis…; Cronológicamente, que son aproximadamente las 4 de la madrugada…; Teológicamente, que somos insignificantes ante la grandilocuencia de DIOS…; Meteorológicamente, que está por despuntar el alba, con un sol resplandeciente y una mañana otoñal espectacular.
— Y a ti Filósofo, ¿qué te dice?
— Po’s que es usted medio ‘endejo Doctor… ¡NOS ‘INGARON LA CASA DE CAMPAÑA!”