El doctor me mira fijamente, incrédulo y serio, con la mano derecha sosteniendo su barbilla. Escucha lo que dizque padezco: vértigo, insomnio, cansancio, sudoración, escalofrío y un lastimero etcétera. Al terminar, suelta la pregunta: “¿Es usted aprensivo?” Pienso: aprensivo con “h” o sin “h”. Resuelvo que sin “h”. Luego de tomarme la presión, examinarme de pies a cabeza y al revés, caminar de puntitas, mirar a la derecha y la izquierda, realizarme electrocardiograma y etc., concluye que ‘toy bien, que no hay síntomas alarmantes ni de presión ni “cabecita loca” ni de nada, salvo quizás, como siempre los chingaos colesterol y triglicéridos que, a su parecer, no son la causa del mareo fuerte que últimamente he padecido. Tons remata: “Padece de ansiedad. ¿Tiene o ha tenido problemas? ¿Lo estresa su trabajo o algo?” Después de contestarle “no me acuerdo”, pienso que lo que me hace falta son unas vacaciones aunque pobres pero vagaciones al fin. Me receta unas pastillas que me constaron un “ojo de la cara” –¿dónde si no?-, me retiro sin acordarme de su honorarios y, fino el doctor, me dice como no queriendo que puedo pagarle a la recepcionista “o aquí a mí si lleva gusto”. Pos le pagué a él, claro, no con gusto, pero ya que chingaos, la salud cuesta, como la vida misma. ¿A no?
Dejo de compartirles por este pinche año mis peroratas, ahí nos vemos el próximo, si Chuchín quiere Por lo pronto, les dejo a Alejandro Jodorowsky, pa’ que le piensen en este mes nostálgico y de buenas intenciones. Ajá.
“El jefe de personal de una empresa telefonea al antiguo patrón de Sánchez:
-¿Me puede indicar exactamente cuánto tiempo trabajó con usted el señor Sánchez?
-Sí, él trabajó exactamente seis días.
.¿Qué dice? ¡Sánchez acaba de venir a verme y me dijo que estuvo con usted dos años!
-Es cierto, pero usted me preguntó exactamente cuánto tiempo trabajó conmigo.
“Esto lo aplico a mí. Si yo hubiera trabajado verdaderamente durante todo el tiempo que se me ha dado, ahora estaría levitando. Me encontraría a tres metros arriba del suelo, con las piernas cruzadas, lleno de felicidad, lanzando rayos luminosos y diciendo: “¡No se preocupe por nada! ¡No se angustie! ¡Deme sus angustias y yo le daré alegría! ¡Deme su dinero y yo le daré seguridad! ¡No posea nada! Cuando no se tiene nada, uno está seguro. He ahí la verdad. Deme su ser, porque yo soy el ser”.
Para llegar a eso, habría sido necesario que yo hubiera trabajado toda mi vida.
En realidad, si hubiese deseado llegar a ser lo que quería, habría sido necesario que hubiera trabajado toda mi vida en ello. Pero fui perezoso…increíblemente perezoso. Por pereza no me desarrollé tanto como hubiera querido.
Aconsejo a los jóvenes que deseen alguna cosa, que se apliquen a ella de inmediato, porque tenemos la lamentable tendencia a perder mucho el tiempo y a engañarnos a nosotros mismos. Nos decimos: “Estoy trabajando” y la verdad es que no trabajamos. “Estoy meditando” y la verdad es que no meditamos, sino que pensamos en miles de cosas. “Estoy haciendo esto o aquello” y la verdad es que no hacemos nada. ¡No hacemos nada de lo que queremos!
Consejo: piense en qué quiere hacer y hágalo de inmediato. ¡Ahora mismo, meta el futuro en el presente!
-Un día voy a invertir…
-¡No digas un día! ¡Hazlo de inmediato!
-Voy a hacer cine…
-¡Hazlo ya!
-Me voy a casar…
-¡Hazlo enseguida!
-Voy a resolver mi vida emocional…
-¡Ahora mismo! ¡Haz las cosas ahora mismo!”