La coyuntura que vive Veracruz en asuntos de poder político es muy similar a los momentos de ruptura y cambios bruscos que registra la historia tanto en nuestro país como en el resto del mundo; es parecido en su esencia, cambia en las formas y en ciertas características; en el fondo tiene que ver con actitudes semejantes en la posesión y retención del poder político. Se observa en el grupo gobernante un afán desproporcionado por mantenerse en el poder a costa de lo que sea, aun pagando una elevada cuota de desgaste, tensiones y desprestigio. En algunos sentidos es inédito el comportamiento del titular del ejecutivo, tanto con los de casa como con los externos, descuidando formas, perdiendo el estilo y volviéndose parte del problema; sin la responsabilidad elemental que exige el cargo, fuera de códigos democráticos y hasta de civilización, cada ves mas se vuelve factor de conflicto. Es obvio que al estar concentrados casi exclusivamente en las operaciones para retener el poder descuidan sus obligaciones principales, lo cual se refleja en abandonos, incumplimientos, parálisis e inseguridad. Poco a poco, casi de manera natural, como fatalismo, como profecía autocumplida, se perfila un escenario de alternancia política. La situación del estado es complicada, mientras se acumulan los problemas y reclamos, el gobierno se ocupa de pleitos y cobranzas, embarcándose en frivolidades. Como se dice: «ven la tormenta y no se hincan»; el barco se hunde mientras ellos se ocupan del menú de la cena y el color de los manteles.

Guardando las proporciones lo que se vive en Veracruz tiene parecido con esos momentos tormentosos y de transformaciones que se han vivido en otros lugares y momentos. Recuérdese el destino de Porfirio Diaz, quien se ocupaba de los festejos del centenario mientras se le venia la revolución encima; por no saber retirarse a tiempo, aferrándose al poder, lo tuvo que dejar abruptamente y salir al exilio. Tenemos el caso extremo de Hitler, encerrado en su bunquer, con poco contacto con el exterior, seguía dando ordenes descabelladas mientras su ejercito era destrozado y perdía la guerra; por mesianismo sangriento tuvo que suicidarse. Hay un caso paradigmático y cercano, el 88 en nuestro país: con un PRI sobrado, ofreciendo millones y millones de votos a Salinas, para tener que acudir a un escandaloso fraude como medio para retener la presidencia. Si el tricolor local no aprende de la historia va a cometer los mismos errores y, sin duda, tendrá los mismos resultados.

La autoprofecia cumplida es un fenómeno de la vida en general que bien se puede aplicar a Veracruz, donde desde el poder hacen tanto y tan mal contra sus adversarios que acabaran beneficiándolos. Hablan cotidianamente de sus opositores que alguna curiosidad y hasta simpatía despiertan para ellos en los ciudadanos. El poder es así, adictivo y cruel, con o sin ideologías, si no se sabe llevar. Son los intereses los que dominan el comportamiento de las élites políticas, a veces es la personalidad o la experiencia. Careciendo de humildad y visión de lo publico, la ruta del desorden y el desastre es lo mas seguro. El riesgo es el costo social, lo que se pierde en confianza y los efectos en inseguridad gubernamental. Lamentablemente es una condición humana ligada al ejercicio del poder. El gobernante no ve o no acepta los que todos vemos, se pierde en las burbujas de la vida fácil y del glamour.

Me parece que hay condiciones objetivas para la alternancia en Veracruz, que no es voluntarismo decir que son muchas las personas que quieren un cambio político; se perfilan las fuerzas sociales y políticas en la ruta de la alternancia y las del continuismo; lo deseable seria un proceso limpio, positivo para la vida publica del Estado, sin embargo, con su comportamiento anacrónico el gobierno va a hacer todo mas complicado y difícil. Con presión publica, unidad opositora a todos los niveles y la exigencia a la federación de un papel mas activo, se lograría alejar los fantasmas creíbles de la violencia; siempre el riesgo es que se salgan los hechos de control ante gobernantes inexpertos y viscerales. Es de toda evidencia que desde el oficialismo no están acostumbrados a la competencia leal y al respeto tolerante del adversario; aplican la máxima de que «estas conmigo o contra mi» y la de que «los amigos de mi enemigo son mis enemigos». Para respirar otros aires, de renovación, la alternancia es una condición ineludible; se podrá golpear su llegada pero es prácticamente imposible impedirla; ojalá lo entiendan los actuales gobernantes y opten por una salida decorosa; que se vean en el espejo de Porfirio Diaz, De la Madrid y Hitler. Hay que señalar también el caso de Augusto Pinochet, dictador chileno, quien, paradójicamente, supo soltar el poder a tiempo.

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Recadito: Agradeciendo vivir y hacerlo con gente valiosa, estas fechas son propicias para pasarla de lo mejor; bienvenido el puente Lupe-Reyes.