BELTRONES Y SU “ESTADO DE COMPENSACIÓN ELECTORAL»

Ya se ha dicho. Y se ha dicho hasta el cansancio, que los senadores José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa, son profesionales de la política, con destacada hoja de servicios en la administración pública gubernamental estatal, federal y partidista, por lo que son merecedores, cualquiera de los dos, a la nominación de su partido a la candidatura del PRI al gobierno estatal del 2016.

Ya se ha dicho también que los dos tienen los méritos y capacidad suficientes para abanderar a su partido, con muchas posibilidades de triunfo, en los comicios a celebrarse el próximo 7 de junio para renovar los poderes Ejecutivo y el Legislativo de la entidad.

Todo mundo sabe que no se trata de políticos improvisados y mucho menos con fama de corruptos y deshonestos en el desempeño de numerosos cargos públicos administrativos o de elección popular, que eso ya es ganancia en estos tiempos en que se sabe que la corrupción es monopolio exclusivo de los políticos.

Sin embargo, políticos pragmáticos al fin, en su equipo más cercano de colaboradores y operadores electorales de ambos están incrustados personajes sumamente cuestionados por su comportamiento nada ortodoxo en el desempeño de la función pública, aunque tal condición no garantiza necesariamente que vayan a formar parte del gobierno que iniciará funciones a finales del 2016 y que seguramente encabezará uno de los dos senadores.

Personajes que, en efecto, son ya cartuchos quemados pero que cuentan con una vasta experiencia y aportarán, sin duda alguna, importantes cuotas electorales al ser considerados destacados talacheros partidistas, como en el caso de dos exdirigentes estatales del Partido Revolucionario Institucional.

Habrá que tener mucho cuidado, empero, con algunos de esos llamados “colaboradores”, porque según se sabe, mantienen fuertes relaciones políticas con el polémico exgobernador del Estado de Veracruz y ahora cónsul de México en Barcelona, España, el mismo que otrora ha jugado con las aspiraciones políticas de los Yunes y quien, como se sabe, supuestamente desde el exilio empuja con todo para imponer como sucesor de Javier Duarte de Ochoa a un político distinto.

En otro frente, resulta paradójico que para restarle puntos a los senadores priistas en la competencia electoral que culminará en junio de 2016 con la elección del nuevo mandatario veracruzano, desde las oficinas de Palacio de Gobierno y del Partido Revolucionario Institucional se promueva vigorosamente la precandidatura de otro personaje.

Aunque los enterados políticos dan como un hecho que lo de Silva Ramos no prosperará porque no tiene la estructura partidista ni ningún sustento político fuerte que le permita tener la posibilidad de competir por la mini gubernatura de Veracruz el año próximo.

Ya en los albores del 2016 se sabrá el desenlace de este episodio político que ha levantado tantas expectativas y violentos duelos epistolares entre los protagonistas de la competencia. Y es que la lucha interna (e intestina) por la candidatura del PRI para la gubernatura de Veracruz, ha prendido los focos de alerta en el CEN del PRI, pues apenas el pasado 10 de diciembre el destacado analista Raymundo Riva Palacio, quien se distingue por ser uno de los periodistas más acuciosos e informados de México, escribió en su leída columna lo siguiente:

“El líder del PRI, Manlio Fabio Beltrones, dice en privado que el próximo año su partido mantendrá al menos las nueve gubernaturas que tiene, aunque no necesariamente en los mismos estados que administra actualmente. Los priistas creen que uno de los estados con los que compensará pérdidas probables en Aguascalientes, o posibles en Veracruz, es Sinaloa, donde presumen que el renegado priista y gobernador por el PAN, Mario López Valdés, viejo amigo de Beltrones, trabajará para que su sucesor sea del PRI”.

Es decir, la “afirmativa ficta” del líder nacional del tricolor en la que deja entrever su control de daños dando casi por sentado que puede existir la alternancia por primera vez en Veracruz de la primera magistratura del Estado, y la estrategia de “compensación” ante eventuales derrotas, habla de que en el DF ya tienen un diagnóstico claro y real de la situación electoral del PRI veracruzano.

En víspera de inicio de 2016, en días veremos que acontece con la definición del candidato y como saldrá el humo blanco para controlar a las hordas de priístas ansiosos por el advenimiento de cada uno de sus gallos.

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