El gran compositor Alvaro Carrillo, quien por cierto egresó de Agrónomo, y también de Maestro en la Escuela Normal de Ayotzinapa, contaba que en un viaje que realizaba por Libia, llegó a un hotel en medio del desierto, y en el bar de ese apartado lugar, los músicos estaban interpretando «Sabor a mi»; me contó que se puso a llorar y en ese momento se dio cuenta de lo que significaba su carrera como compositor». Lo comenta Gustavo Avila Maldonado en sus «Ruizcortinadas».