Porque permiten reflexionar sobre lo bueno y lo no tanto de como se actuó durante el año, de verificar que los equilibrios- y no los radicalismos- en la vida de las personas, es lo que permite un mejor desarrollo humano y estar más cerca de la felicidad posible en estos tiempos. Permite a muchos abuelos, padres y hermanos convivir, en algunos casos por una sola vez al año, con seres queridos que laboran o estudian en el extranjero. Permite fijarnos nuevas metas y hacer un balance de nuestra vida, y, si es necesario, reencauzarla por nuevos caminos. Permite sacar los mejores sentimientos de cada ser humano. Es, también, cuando recibimos el aguinaldo que nos permite darnos algunos gustos extras. Claro, hay miles de personas que carecen de lo más indispensable, y hacia ellas deben estar dirigidas las mejores políticas públicas de gobierno, así como la acción de las organizaciones que velan por los intereses de los enfermos y de los más necesitados, para que conserven el ánimo y la esperanza de disfrutar la Navidad y, sobre todo de una vida futura mejor.