«Alma de jarocha que nació morena, talle que se mueve con vaivén de hamaca, carne perfumada con besos de arena, tardes que semejan paisajes de laca», Así era ella, así era Antonio del Campo Peregrino Alvarez, la jarocha, la estrella inigualable de una época dorada en donde su voz daba brillo a las interpretaciones de Agustín Lara. Así era Toña la Negra. magistral cantante, enigmática, sobria y la vez bullanguera, claroscura mezcla de talento, sensibilidad y misterio». Lo escribe Gustavo Avila en sus «Ruizcortinadas».