Ramón Durón Ruiz
En este año que está por concluir y en el que pronto nacerá, éste Filósofo te invita a que “Confíes en el plan superior que tu alma tiene para ti”, aunque tu humana razón no lo entienda, confía, ten la certeza de que todo lo que llega, llega para tu bien… para que conozcas tus propias fuerzas.
Esta época es para la reflexión, que te invita a dejar ¡YA! de preocuparte y principiar a confiar en ti, a que te des tiempo y espacio de disfrutar tu unicidad, de ser tú mismo, entonces saborearás al máximo el año que se va, con las enseñanzas que te deja y el año que está por nacer, con el racimo de bendiciones que trae especialmente para ti.
Recuerda que tener un propósito es básico, confía, viaja por la vida con entusiasmo, sin temores, ni miedos que te frenen, goza las nuevas experiencias, conéctate con tu niño interior, descubrirás las luces de tu alma, que harán que te maravilles con el mundo que te rodea, lo verás mágico y extraordinario.
Agradece el año que termina, dar las gracias es metafísicamente poderoso, saca a la luz tus virtudes, armoniza, atrae dones y bienes a tu ser, hace que valga la pena vivir, que brille la luz de tu Maestro Interior, trayendo consigo una mirada libre de ataduras al ayer, una visión más amplia y serena, que desarrolla el poder de tu imaginación, enseñándote que hay espacios y momentos inexplicablemente plenos de amor.
Este fin de año es tiempo para que invites a Jesús a tu vida, él te corresponderá llenándola de salud, amor, prosperidad y bendiciones, te apoyará para que edifiques una vida excepcional, donde la paz, la esperanza, la luz, la bienaventuranza y la certeza de un 2016 pleno de abundancia, de bienes y prosperidad, colmarán tu hogar para siempre.
Estos días son de reflexión, para que brille la esperanza y trabajes la conexión con tu Naturaleza Divina, como por arte de magia tu vida cobrará sentido, gozarás de una excepcional paz del alma, tendrás la suficiente fuerza de voluntad para no renunciar a tus sueños, verás el mundo desde la rica policromía de la sabiduría, que te empodera del sentido de pertenencia.
Cuando la vida te ponga a prueba, reconocerás el poder de la oración, porque “Cuando las oraciones suben… las Bendiciones bajan” enseñándote a disfrutar el milagro del nuevo amanecer, recordándote la transitoriedad y brevedad de tu paso por éste espacio, y si la vida es corta y breve, deja de andar de malas, disponte a disfrutar la magia de cada segundo, de cada minuto, de cada instante, que la vida está llena de momentos, de ti depende lo maravillosos que sean.
Por las enseñanzas que van dejado los años, este viejo Filósofo te invita a que ores, vivirás a plenitud el presente, con el don de la gratitud, con tus padres, con tu familia, con tus amigos, con DIOS porque formas parte del milagro de la vida. Recuerda que orar y agradecer, te empoderan con el universo.
Si el año termina con momentos difíciles, ganaste experiencia que te dice que te prepares porque viene lo mejor; si concluye con momentos agradables, ya llegaron, ganaste sabiduría que te dice: ¡Que si se puede!
Hay dos misterios profundos en la vida del hombre: La muerte, que es inevitable y el amor, que es fantástico, posee la virtud de abrir de par en par tu alma, para que tengas la habilidad de compartir el milagro de la alegría de vivir en la frecuencia altísima del amor, que es una magia que no tiene principio ni fin, y que te ayuda a debilitar tu ego que tanto daña tu vida y a elevar tu autoestima.
Este fin de año, es tiempo de que tomes conciencia de ti mismo, se vive en el miedo cuando no estas conforme consigo mismo, en el momento que te enamoras de la vida, te aceptas, te quieres, haces que sea una luna de miel permanente, entonces los resultados que buscas llegan a ti, porque todo lo que nace del amor, está llamado a tener éxito y trascender.
Con motivo del fin de año, “el cura salió a decir misa al pueblo vecino, encargándole al sacristán que esa tarde rezara el rosario. Cuando regreso el cura, se percató de que el sacristán, en pleno pulpito, se empinaba una botella de mezcal ‘San Carlos’ cada vez que terminaba de rezar un misterio. Dándose cuenta que el cura lo había sorprendido en estado etílico le dijo a la feligresía:
–– ¡Hermanos! después de beber ésta hiel, de penitencia me iré a gatas desde el pulpito hasta la sacristía.