Ojos que no Ven, corazón que no siente, dice un sabio dicho popular. Lo lamentable de esta cruel verdad es que por tal ceguera, el que siempre pierde, es el hombre – y lo que pierde, es su sensibilidad, su vida y condición de humano. Como eso ocurre en el interior de la rutina, se convierte en una perdida silenciosa, imperceptible. O sea, ni ruido hace pues aunque lo hiciera, en medio de tanto ruido, resulta inaudible. Simplemente es como la muerte, lenta pero segura.

Pierde aquel que ni para bien ni para mal, siente lo que esta pasando en lo más inmediato que es él mismo, su cuerpo, sus sentidos y todo lo que comprende su vida cotidiana, sea laboral, familiar o como sea. Si el hombre no siente ni reacciona ante lo que pasa en lo más cercano, ¡ menos ante lo lejano! Ahora con las nuevas tecnologías de la comunicación podemos alejarnos de la realidad estando inmersos en ella – cualquiera que está sea – incluso alejarnos hasta de los seres más queridos, sentados frente a ellos o a nuestro lado.

En cambio, podemos traer hasta la palma de la mano y en acercamiento a detalle, a lo seres más desconocidos u objetos mas distantes. Las imágenes más dolorosas o las más placenteras. Se te pueden olvidar los seres mas queridos que te rodean pero lo que esté en video lo puedes ver las veces que sea y hasta en cámara lenta.

Muchas veces lo hemos escuchado y yo, hace un instante de un exitoso hijo, ” esto no es vida” . Nos referimos así a lo que más bien parece una despiadada lucha por sobrevivir, con largas y agotadoras jornadas de trabajo cuya paga soporta un consumo que entra en más cantidad por los ojos que al carrito de compras; sin embargo, para “burlar” la frustración, la tienda te presenta en paquetes un mundo de ofertas portadoras de un supuesto confort a meses sin intereses y tu bono o monedero del ahorro, detalle de tu proveedor con el que te sabrá a dulce lo no pudiste adquirir. El carrito de compras o la canasta de la modesta consumidora de mercado, se convierten en la unidad de medida del ingreso. También la cantidad de basura que se saca de cada casa.

Así transcurren 21 años en aulas, (maestría) 5 de primeras experiencias laborales, 18 de proveedor de familia. Así transcurren nuestras vidas en un tiempo siempre más grande que la vida, hasta que llegas, si llegas, a la tercera edad y la ansiedad de compras se vuelve insignificante ante otra mucho mayor, casi gigante diría: la incertidumbre cruel del ineludible final de vida, generalmente doloroso, penoso y costoso. Sabes o te consta que grandes fortunas familiares han sido devoradas por el lucrativo negocio de las enfermedades cardiovasculares y las crónico de generativas. Las que nos esperan a la mayoría . Y si has de perder en una cama de hospital la fortuna construida en tus mejores años de vida productiva, para lo cual estudiaste como enajenado y luego trabajaste como esclavo de cuello blanco, ¿a eso viviste a este mundo? ¿A tener dinero para pagar millonarios tratamientos y sin derecho a rechazarlos? ¿ qué ganaste y qué perdiste? ¿Cuál fue el sentido de tu vida?

Si quieres morir en paz – se ha dicho que es un privilegio- mejor será que evites estas preguntas.

Como dijo Pepe Mujica, no es dinero lo que pierdes al final del camino, son las horas de trabajo que te costó ganarlo, o sea, horas laboradas y a la vez faltantes en atenciones a ti mismo y a tus seres queridos. Ya no eres homo sapiens, ni homo faber, ni homo ludens, solo homo consumens.

Mientras llegamos al final ¡ Lo que estamos perdiendo o atrofiando es la capacidad de pensar, es nuestra sensibilidad como seres humanos¡ o sea en el modo de vida capitalista, la existencia humana siempre será una hipoteca impagable porque ninguna cantidad de dinero alcanza para pagar el costo de la deshumanización y la desnaturalización disfrazada de comodidades atrofiantes. Hoy ni la mano tienes que mover para hacerte un jugo y ya está patentada o por patentar la tecnología mental. La ciencia trabaja para que no hagas nada, claro también para los viejitos.

He sabido de retiros que son cálidos y lujosos hoteles sustentables con campos de golf de atención profesional cuya creatividad supera a la mejor vida familiar. (donde eres de lo peor si eres un viejo hiperactivo) Pero eso es en el primer mundo. La regla general es que a los viejos se les trate como estorbo. En la familia y para el Estado. ¿ y para llegar a esa terminal de viaje de vida, nuestra vida, la única que cada quien tiene, ¿para eso estudiamos y trabajamos tanto? ¿Para eso nos perdimos de tener aventuras o de perdido comer tranquilo con los hijos?

Pues si antes una muerte trágica no sucede, hacia allá vamos todos. Repito, lo más lamentable no es la pérdida del patrimonio que ese nunca se puede llevar al siguiente viaje. Lo más lamentable y hasta monstruoso es ir por un camino por donde lo que día a día se consume, perdemos y lo sabemos, es la sensibilidad emocional.

No obstante, a cada instante la perdemos. Todo nuestro interactuar cotidiano tiene esa característica. Por ejemplo, de tanto no verla – más que en internet o televisión y a gran velocidad – la violencia humana contra humanos, el asesinato, la ejecución, el exterminio, el odio racial o religioso se nos ha vuelto lo “normal ” y también como “natural”, la salida de siempre a la crisis económica: la guerra mundial.

En otro plano semejante: de ver la destrucción del hombre y del planeta, incluso los bombardeos de civiles, nos hemos vuelto insensibles a esos hechos. Son reales pero los vivimos como espectáculo. Mientras no nos falten palomitas y la Coca Cola, las masacres de hombres, mujeres y niños puede seguir.

¿La basura apesta? No si solo la tenemos junto a nosotros por un ratito, mientras la sacamos a la calle; después de eso, “no es mi problema”. Si la vende o la compra el alcalde o la tira en la orilla de la ciudad como en casi todos los rellenos sanitarios y basureros a cielo abierto de Veracruz encima de los múltiples ríos donde los lixiviados se filtran a los mantos acuíferos “eso no me afecta ni me importa. ” O sea ¡pura y vil ignorancia¡ los desechos nunca los llevaremos tan lejos que no nos alcancen.

El resultado siempre es el mismo: por no estar frente a tan solo un pedacito de la destrucción ambiental y sobre todo de no padecerla con todos los sentidos, parcial o totalmente estamos anestesiado nuestra capacidad de sentir y de reaccionar. Ni asombro ni indignación. No reaccionamos con toda la sensibilidad de que fuimos o somos capaces.

Cierto que el la destrucción de bosques o las ejecuciones se registran pero de una manera deforme, es la llamada percepción visual de los problemas. El extremo de esta deformación, se sabe, es calificar con la óptica de la estadística la desgracia, el dolor, los fallecimientos prenatales o de viejitos; la criminalización de la sociedad todo se ha vuelto “un problema de percepción” que se mide en números relativos. “Este semestre disminuyó el índice de secuestros 20% respecto al índice registrado en el mismo período del año anterior “

Los políticos, la mayoría, hacen lo mismo, manipulan la percepción para dibujar los resultados que quieren no los que de verdad son. Se paga por publicar lo que se quiere ver y luego lo publicado se presume como “opinión pública”. Tenía que ser un político del sistema el que explicara la diferencia y fue el ex gobernador Miguel Alemán Velasco quien una vez dijo “no se confundan, una cosa es opinión pública y otra la publicada”.

Por un tiempo, hasta hace poco, el problema de la convivencia humana, se pensó, era de aceptación del diferente, de respeto recíproco al derecho de ser diferente y, consecuentemente de tolerancia. Mas ese problema se acabó, entre otras circunstancias, al parecer el smartphone y los audífonos.

Actualmente no es necesario sufrir la presencia del “otro”, sea el padre o el hermano y, éstos, pueden estar muriendo en vida y no te das cuenta porque no los sientes ya que ante ti solo existen “en Tu muro” o de cualquier mediación pero no a través de tu sentidos. ¿Y los que no tienen Smartphone que?…:esos no son problema, para ellos están los 13.8 millones de pantallas digitales y problema arreglado.

Insisto, estamos perdiendo sensibilidad, estamos perdiendo nuestro título de humanos de seres hechos supuestamente a imagen y semejanza de Dios.

¡Me parece monstruoso! ¿Quién es más horrible y despreciable el sádico que descuartiza a otro ser humano o aquel que parece no sentir nada ante ese hecho?

La reacción que provocó “el repliegue” de los jubilados de Veracruz , nuestra varios rostros, varias lecturas. Una es la represión y la ilegalidad gubernamental. Otra la indignación y el valor de los que casi nada tienen que perder, cuando lo más valioso, sus vidas, ya la dejaron ir en alguna oficina. Otra la de los iracundos solidarios que dicen: “Que se mueran en el abandono y la sobre vivencia con 600 pesos mensuales pero que no les peguen, ellos fueron nuestros maestros y les debemos respeto y gratitud” Al final tenemos en común lo mismo: ceguera, perdida de sensibilidad, en ocasiones semidespierta ante lo incidental o la desgracia.

“Saramago utiliza la ceguera física de sus personajes ficticios para hablar de la invidencia mental de las personas reales. El individualismo, la insolidaridad y la corrupción moral en el que se ven sumidos los ciegos en su destierro forzoso es, en verdad, el diagnóstico que hace el escritor de la sociedad occidental contemporánea” José Saramago, Ensayo sobre la Ceguera.

Vinimos a ser felices, pero….¿y para esta miseria trabajas tanto? Esta ceguera, a unos los hace creer que son felices y a otros a seguirla buscando, desde adentro, única forma de encontrarla afuera. Despertamos cuando nos llega el momento, sea año nuevo o no. Es otro su reloj.