«Los tres partidos grandes sufrieron un golpe durísimo en la elección intermedia del 2015. El mayor reajuste político desde el 88. No es claro que se hayan percatado del desafío del nuevo mapa. Hay un nuevo competidor a la izquierda del PRD- MORENA-, y otro por debajo de todos- las candidaturas independientes-. Ambas novedades alteran la dinámica de la competencia electoral y, en consecuencia, del poder. En el caso de las segundas, el pegamento de los partidos se ha debilitado seriamente al romperse el monopolio de las candidaturas. Los grillos que brincan de partido en partido tienen ya otro escenario para su ambición: renacer como independientes puros y ciudadanos. En 2016 se verán las consecuencias de este doble terremoto que fue el 2015. Una prueba para el partido de López Obrador y para la figura de los independientes. En otras palabras, un reto formidable para los partidos tradicionales». Lo comenta Jesús Silva-Herzog Márquez en «Revista R» de Reforma.