«Quizás porque no tiene cosa mejor en qué emplear el presupuesto, pero el hecho es que el Instituto Nacional de Bellas Artes creó una cátedra del albur. El albur se escucha y se aprende en la calle, la cantina, el centro de trabajo o la escuela. Personas hay que lo ejercen con verdadero ingenio, pero la inmensa mayoría son meros repetidores. Para apuntalar la tontería, el INBA ha decidido fundar una cátedra, pero seguramente muy pronto será universidad del albur. Y luego nos quejamos del analfabetismo funcional». Lo comenta Humberto Musacchio en «Excélsior».