LA MAYORIA de los dirigentes campesinos, no tan solo en Veracruz, sino en todo el país, desconocen, por completo, que la clase campesina de México, fue la principal protagonista de las luchas revolucionarias, es decir, desde la independencia de México, donde ya se hablaba de la recompensa para los campesinos, entregándoles la tierra necesaria para trabajar y producir.
Vinieron otras etapas de la vida política del país y con ellas diversos movimientos revolucionarios hasta concluir con la revolución mexicana de mil novecientos diez, en donde, nuevamente, los hombres del campo, fueron los que engrosaron las filas de los distintos grupos que se armaron para pelear por libertad en el campo veracruzano, la tierra que debería estar en manos de los campesinos y no de los meros terratenientes, amparados, desde entonces, por el propio gobierno revolucionario en turno.
Fueron años verdaderamente aciagos donde los campesinos tuvieron que aguantar su pobreza que hasta la fecha sigue siendo uno de los grandes pendientes de todos los gobiernos.
A los campesinos se les ofreció la tierra, pero no los apoyos necesarios para hacerla producir y los pocos recursos que se etiquetaron en gobiernos federales posteriores al movimiento revolucionario, fueron acaparados por la misma clase política que no dejó pasar ningún centavo para la gente del campo que esperaba ser atendida.
Con engaños y promesas, los campesinos de México, ha tenido que subsistir en la pobreza, en las peores condiciones de vida que se pueda imaginar, en la marginación, la insalubridad, en la falta de oportunidades educativas y lo que es peor, discriminados por los demás sectores de la población, negándoles, incluso su propia condición de ser mexicanos con todos los derechos que les correspondía y que hoy, a la fecha, le siguen correspondiente sin que ningún gobierno, sea municipal, estatal o federal, se los conceda.
Mal agradecidos, los mexicanos en general, nunca hemos luchado para que a los campesinos de México, en verdad se les reivindique, considerando que fueron ellos una parte importantísima de las luchas libertarias, consagradas hoy, en documentos como la propia Constitución Mexicana, que si bien, generaliza todos sus derechos para todos los mexicanos, es a los campesinos de México, a los que más se les ha regateado la oportunidad de gozar de los grandes beneficios que las propias luchas han generado.
Por eso, cuando se habla de un acto agrario, como el que se piensa llevar a cabo mañana, para celebrar la promulgación de la primera ley agraria del país, lo que más viene a la mente es la deprimente vida que llevan los propios campesinos, esos mismos que hoy serán acarreados para cumplir otros objetivos políticos, pero nunca para reflexionar y generar sobre el estado en que se encuentran los millones de hambrientos hombres del campo que este día están pasando frío en las montañas, que se están mojando con la pertinaz lluvia que provocan los frentes fríos de esta época, para poder comer, junto con la reducida familia que ha quedado después de que los hijos mayores han partido a otras tierras, la de los Estados Unidos, a buscar lo que en este país, no se les puede ofrecer.
Esto es lo que, de alguna manera, desconocen nuestros líderes agrarios que vestidos con finas guayaberas, calzados con botas de las mejores marcas, van a sentarse junto a la figura presidencia, si es que viene, o al propio Gobernador del Estado, sin darse cuenta que su actitud es una burla para el propio campesinado de Veracruz, que abajo, en explanada, con huaraches rotos y camisas desteñidas, pantalones agujereados por el tiempo, aplauden, como siempre, lo que dicen al viento los discursos.
Esto es lo que sucede años tras año, pero nunca se ha visto, con certeza, que se definan programas especiales, definitivos para que los hombres del campo, también tengan un poco de lo que se les ha negado a través de todos los tiempos.
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DICEN QUE MAÑAN, existe la posibilidad de que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, no asista al principal acto político de Veracruz.
Dadas las condiciones políticas, la permanente situación de los campesinos del país, quizá, ni falta haga que venga el mandatario nacional a ver las mismas tristezas de cada año.
En lugar de estas concentraciones, que nada ayudan al país y menos al Estado, se habrían de implementar, cada seis de enero, programas de apoyo para todos los campesinos de México, principalmente, los de Veracruz, donde mañana tendrán fiesta los políticos, ante la ratificación de las pésimas condiciones en que viven los millones de mexicanos que a duras penas subsisten.
Los gastos excesivos para la propia condición económica del país, trayendo gente de todos lados, incluso, delegaciones especiales de otras entidades del país, deberían ser canalizadas a la gente pobre de los campos mexicanos, a los que hoy están pasando frío, a los que hoy padecen hambre y enfermedades.
Justo sería, pues, que los millones de pesos, que al parecer no tenemos los veracruzanos, en la propia administración estatal, se dedicaran a construir mejores escuelas en las zonas rurales, mejores centros de salud, mejores servicios de agua, luz, drenaje, en fin, mejores condiciones de vida para miles de campesinos que hoy sufren, en lugar de traerlos a aplaudir, por una hora, a quienes no volverán a ver, quizá, en el resto de sus vidas. Quizá, esos recursos que hoy y mañana, se gastarán, sirvan para salvar la vida de un hombre en el campo, sirva para alimentar a una familia que hoy y mañana no tendrán que comer. Que sirva, pues, esta reflexión para el futuro, es decir, para cuando, en otro seis de enero, se piense en recordar un hecho que a la fecha no ha producido sus efectos de beneficio colectivo para los hombres del campo.
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ENTRE UNA SERIE de diversas conjeturas, el PRI, se apresta a destapar a su propio candidato para buscar la gubernatura de dos años, en el Estado de Veracruz.
Hasta los propios umbrales de esta decisión, se ha llegado a la mera conclusión de que solamente, uno de los dos Senadores priistas de la República, puede ser el candidato. Cualquiera de los dos, como se ha comentado, es capaz de ganar las elecciones sin ningún problema.
Pero, si hay empeño en caer en el error político de menospreciar a cualquiera de estos hombres, cuya estructura política, se ha sumado en un solo proyecto, previamente diseñado por los dos legisladores, entonces ya se estará hablando de un nuevo gobierno, principalmente panista que vendrá a cumplir con su propio objetivo de concretar sus acciones de venganza política y hasta personal en contra de quienes le han entorpecido el camino.
Un Senador, Pepe o Héctor, es la mejor solución.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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