Pues nada, ya estamos en el 2016 y felicidades para todos, mucha suerte y Dios los bendiga, porque vamos a necesitar todo eso, sin duda, para aguantarnos un poco más. Acuérdense que ya se vienen las próximas elecciones y válgame Dios, otra vez la mula al trigo, más promesas y canciones al oído para que creamos de nuevo, y de nueva cuenta otorgar el voto de confianza. Y qué carajos hacer, nomás dar nuestro voto sea pinto, colorado, giro, rayado, de castigo o de a mentiritas… Vaya, estamos en una democracia y la democracia cuesta y hay que aprovecharla. ¿Y la nieve de qué sabor?

Pero eso sí, en finanzas y economía –¿no es lo mismo?- estamos bien y hay horizontes esperanzadores. Faltara más, faltara menos. Además, celebremos el próximo 14 de febrero, Semana Santa, el 10 y 15 de mayo, y lo que se acumule. Sin olvidar, claro, este 6 de enero que acaba de pasar, día en que a los pequeñitos que se portaron bien, incluyendo a los políticos y funcionarios (¿será?), les llegaron seguramente muchos regalitos.

Mis queridas y queridos fans, el mundo está de maravilla, y si no, pos hay que hacerla bella, ¿o no? No importa que Gabriel García Márquez haya puesto en boca de uno de sus personajes, en el cuento “Buen viaje, señor presidente”, las siguientes palabras: “Así somos, y nada podrá redimirnos. (…) Un continente concebido por las heces del mundo entero sin un instante de amor: hijos de raptos, violaciones, de tratos infames, de engaños, de enemigos con enemigos”. Sucede allá en China y aquí mismito en México, ya pa’ qué hablar de Veracruz… Ah, pero eso sí, “somos, unos para otros, pequeños, absurdos, defectuosos, toscos, erróneos. Lo sabemos, ¿cómo podríamos ignorarlo? Pero también somos caballeros y, si alguien formula ese desprecio, nos ofende”, escribiera Adolfo Bioy Cásares en su texto “Pundonor”.

¿Qué cosas? ¿Seguiremos igual o peor? “Las buenas nuevas para ti, hermano” me suena a burla, ¿a ustedes no? El año pasado un amigo me preguntó que para qué escribía en mis colaboraciones sobre mi estado de ánimo y mi salud, a lo que de inmediato no le pude contestar –soy lento, sí, pero seguro-, pero horas después pensé que precisamente lo hacía para animar a mis lectores viendo la vida de otro modo, claro que no siempre lo hago, la vida no es muy seria en sus cosas. Ahora que ya me encuentro, creo, mejor, pienso con Bioy Cásares que para el médico no estamos enfermos, somos enfermos, y de eso hay que cuidarse. ¿O no?

Por lo pronto, les dejo estas palabras de Tolstoy para seguir felizmente amargándoles la vida, sólo imaginen el tiempo actual, en México y ya no sentencias de muerte sino ejecuciones, para no hablar de los daños colaterales y demás demencias: “Siete sentencias de muerte: dos en Petersburgo, una en Moscú, dos en Pensa, dos en Riga. Cuatro ejecuciones: dos en Kherson, una en Vilna, una en Odesa. Esto, repetido cotidianamente en todos los periódicos, y no durante varias semanas, ni meses, ni un año, sino durante años. Y esto en Rusia, esta Rusia…” (En “No puedo callarme”).

De cinismo y anexas

Abusando de mis fans lectores, les comparto estas líneas de Bioy Cásares (ya luego, si Dios nos da tiempo e inteligencia, hablares de los tiempos que corren, de los demonios sueltos, de…): “El mismo lobo tiene momentos de debilidad, en que se pone del lado del cordero y piensa: “Ojalá que huya”. Ahí se las dejo, políticos… Quien tenga oídos, oiga.