«Emilio Gamboa llega a la Funeraria Gayosso al velorio de Joaquín Gamboa Pascoe, que estaba atiborrado de gente. Alguien le indica una sala a la izquierda, y le dice: «venga, nosotros también tenemos un dolor…». Gamboa ingresa a la sala y comienza a abrazar a los deudos, a repartir condolencias y en un momento dado se da cuenta que no conoce a ninguno de los presentes. Amigos y colaboradores de Gamboa. que se habían dado cuenta del error del yucateco- nomás sonrieron ante la expresión del líder, al que no le quedó de otra que seguir repartiendo condolencias». Lo comenta Martha Anaya en «24 Horas».