Las minorías le generan extrañeza, desconfianza y dudas al grupo social dominante. Quizá por eso se les estigmatiza, se les margina e incluso se les confina al rechazo –total o parcial- de la mayoría. Claro, no todas las minorías son relegadas. La historia dice que un grupo reducido de ibéricos ‘conquistó’ varias naciones mesoamericanas. Pero eso, como dijera la siempre recordada Loló Navarro, es otra historia.

La ciencia y la tecnología tienen un ritmo de desarrollo más rápido que nuestro proceso de aculturación. Por eso seguimos buscando los puntos medios, las condiciones idóneas para convivir con respeto total en sociedad. Algunos grupos perfeccionan sus costumbres, normas y leyes mientras que otros, siguen ‘preservando’ sus usos y costumbres. De ahí que todos las que podamos y queramos, tenemos en casa aparatos de informática y comunicación aunque no tengamos tolerancia y respeto a la diversidad cultural que nos rodea.

Pero los gobiernos son para todos y como sociedad aspiramos a una cohabitación social más democrática, respetuosa, productiva y de constante cambio y perfeccionamiento. Mantener lo que nos funciona y sirve como país y desechar lo que nos ata e impide nuestro crecimiento y desarrollo.

Ahora bien, en Veracruz damos pasos positivos para zanjar las diferencias y discriminaciones. La LXIII Legislatura local acaba de reformar el primer párrafo del Artículo 196 del Código Penal del Estado, con lo que legalmente se podrá sancionar a quienes discriminen por algún tipo de modificación corporal –como tatuajes y perforaciones- con penas de uno a dos años de prisión o de 25 a 100 días de trabajo comunitario.

El diputado Ciro Gonzalo Félix Porras, autor de la iniciativa, comentó que esta medida “atiende a los principios de autonomía y libre desarrollo de la personalidad y fortalece el contenido de la reforma en materia de protección de los derechos humanos. A la no discriminación por razón de edad, sexo, estado civil, embarazo, raza, procedencia étnica, idioma, religión, ideología, orientación sexual, color de piel, nacionalidad, origen o posición social, trabajo o profesión, posición económica, características físicas, discapacidad, estado de salud y cualquiera otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.”

Y es que nadie debe ser menospreciado por lo que, libremente, haya decidido. Nadie debe sentirse ofendido por un tatuaje o una perforación corporal. Vamos, ¿Quién critica, cuestiona o discrimina la modificación corporal por una liposucción?, ¿las modificaciones de nariz con fines estéticos? ¿Quién?

El diputado Félix Porras, precisó –durante una entrevista difundida- que la iniciativa de reforma que presentó, fue con base a una serie de planteamientos razonados que agrupaciones de personas que tienen tatuajes y otras modificaciones presentaron ante él, debido a la constante discriminación, negativa de empleo y por ser ‘mal vistas’ en lugares públicos.

Esta respuesta a planteamientos ciudadanos –así sea una minoría- abona a la construcción de una sociedad respetuosa de las diversidad cultural que tenemos.

Usted puede decir y con justa razón: ¿Por qué hacerles caso a ese tipo de personas? Las respuestas pueden ser múltiples, pero la primera y más importante: porque son mexicanas y mexicanos con todos sus derechos y obligaciones, y porque nuestro primer artículo constitucional los protege de no ser discriminados. Merecen nuestro respeto total como las que usamos aretes –y no pedimos que nos perforaran las orejas- lo merecemos.

Por hoy es todo, les deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.