Obituario 17 de enero de 1980

Nació en Guadalajara en el barrio del Santuario el 4 de mayo de 1904, sus padres de origen campesino con los que nunca rompió y siempre reconoció así como a su propia tierra, cuando tenía vacaciones regresaba a su lugar de origen a escuchar los cantos de las aves, a enriquecerse de las leyendas y los juegos tradicionales que tanto le gustaban en su infancia. Proveniente de una familia humilde se fue abriendo paso en la vida iniciando sus estudios en su ciudad natal en donde cursó desde la primaria hasta la preparatoria, decidiendo después ingresar al seminario en la capital tapatía, estudios de sacerdocio que abandona para irse a la capital del país.

Ya instalado en la ciudad de México ingresa a la Facultad de Filosofía y Letras donde al egresar imparte catedra desde 1951. Acompaña su trabajo de enseñanza con el quehacer literario participando en la revista Banderas de Provincia en donde firmaba sus artículos como Mónico Delgadillo en recuerdo del santo del día de su nacimiento, hacía traducciones de Kafka, Claudel y fragmentos de Joyce.

Asume cargos en la administración publica del gobierno del estado de Jalisco y entre los años de 1964 a 1970 es nombrado como Secretario de Educación Publica. Entre los múltiples cargos y reconocimientos se encuentra el de pertenecer a la Academia Mexicana de la lengua a partir del 4 de febrero de 1952 ocupando la silla XXX, en 1973 recibe el Premio Nacional de Letras. Es digno de reconocerse que mientras estuvo al frente de la Secretaría de Educación Publica utilizó técnicas innovadoras de enseñanza como “aprender haciendo”, otro de sus logros fue la creación de casi 10 000 escuelas, además fundó la Academia de Artes.

Fue muy destacada su producción literaria dentro de esta sobresale la novela Al filo del agua, escrita en 1947. Esta ubicada en la víspera de la Revolución mexicana, presentando la vida cotidiana previo al movimiento armado, esta obra esta considerada junto con pedro Paramo y La muerte de Artemio Cruz como una de las mejores novelas mexicanas del siglo XX.
Otra de sus novelas destacadas es Las tierras flacas, publicada en 1962, en ella se dan nombres bíblicos a los personajes, hace un uso muy atinado de los refranes puestos en boca de sus personajes. Aborda la problemática social y la degradación de la gente por las ambiciones personales, llevando miseria y atraso como producto de la codicia personal, cualquier parecido con nuestra realidad actual es mera coincidencia, habla de los continuos abusos del poder y destaca la nula reacción de los desposeídos, así los poderosos lo son cada vez más y los pobres estancados en el abandono y la miseria.

La tierra pródiga es otra de las novelas donde Yañéz no solo crea una de la más grandes obras de ficción de la literatura mexicana, también logra sepultar, mediante el peso de la verdad, las barreras de la resistencia que habían levantado desde épocas remotas el rondín de fieras que poblaba la única tierra prodiga del Jalisco. Sobre esta historia hace alusión su paisano Juan Rulfo en la Revista Mexicana de Cultura, suplemento de El Nacional de noviembre 8 de 1964. Entre sus discursos sobresalientes se encuentra el que pronunció en su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua que versó sobre “La enseñanza de la Retorica” dando respuesta a Jaime Torres Bodet. Falleció el 17 de enero de 1980.

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