Cuando veo al montón de políticos que quieren un puesto de elección popular, lo primero que me pregunto es: ¿buscan el poder o el bienestar de los ciudadanos? La mayoría de los que conozco piensan en el poder y los beneficios que les dará el mismo, tales como canonjías en los diferentes niveles de gobierno; mejores relaciones sociales; y por supuesto, incrementar su patrimonio personal y familiar.
Muy pocos son los que verdaderamente se preocupan por el bienestar social. Y en extinción se encuentran los que una vez ganado el puesto, ayudan a sus paisanos a mejorar su calidad de vida.
Es por ello que, antes de echarse un discurso, los políticos deberían saber qué es en realidad lo que queremos los ciudadanos.
Según varias encuestas, las preocupaciones de los ciudadanos son, en primer lugar, el empleo; en segundo lugar, la seguridad, y en tercero, la corrupción.
Es decir, el candidato debe basar su discurso en esos aspectos y en caso de ser electo, deberá ejercer medidas y políticas necesarias para cumplir las demandas que el pueblo le reclama.
En la actualidad, la falta de credibilidad que tenemos los ciudadanos es porque todos los políticos que llegan a un cargo de elección popular, llámese alcaldía, diputación local o federal y senaduría, no cumplen con sus promesas de campaña. Y no hablo de un partido en especial, porque en todos se cuecen habas, sean PRI, PAN, PRD, etcétera.
Analizando los tres aspectos que preocupan a los ciudadanos, veremos que van mezclados entre sí: sí no hay empleo o es mal remunerado, generará mayor inseguridad, y a su vez, la misma corrupción es como la cereza del pastel o el aderezo.
Viendo el aspecto económico en el país, el panorama es desalentador con la caída del dólar y el precio del barril de petróleo, contrario a lo que dijera Andrea Legarreta, está situación “sí nos afecta” y hasta se ve de cierto modo reflejado en el empleo. Según estimaciones se prevé que en este 2016 se sigan generando 600 mil empleos al año, cantidad inferior a lo que realmente necesitamos, pues lo ideal serían más de un millón.
Con respecto a la inseguridad, la Comisión de Derechos Humanos y los integrantes de la organización Desarma México han estimado un incremento, pues el tráfico desmedido de armas de nuestro vecino país del norte ha caído en manos criminales, situación que marca un aumento similar en la violencia.
La corrupción es un tema aparte y tema muy amplio para otra columna; sin embargo, aunque ocupe el tercer lugar en la preocupación de los ciudadanos, es un factor determinante para su voto y para el repudio de los partidos políticos.
El ejemplo más claro lo vemos en el presidente Enrique Peña Nieto. Aunque en su gestión actual no ha generado el empleo suficiente y a pesar de que todos los días vivimos en la inseguridad, lo que no le perdonan los ciudadanos es la corrupción y la falta de transparencia en la que se ve inmerso con el asunto de las “casas blancas” tanto de él, como de su esposa Angélica, o la de su amigo Luis Videgaray, que después de “arduas investigaciones”, no existen conflictos de intereses.
Ahora, el malestar social se incrementa con el Caso Moreira, pues cómo es posible que con todos los señalamientos en contra del ex gobernador, resulta que es una perita en dulce. ¡Vaya! hasta Kate del Castillo es más culpable por conocer a El Chapo.
Así es que candidatos ¡tomen nota de lo que quieren los ciudadanos, si es que ustedes quieren su voto!
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