Todavía no llega a México y el Papa Francisco ya ha hecho algunos «milagros». En su afán de colgarse de la visita, gobernadores, alcaldes y delegados destinan recursos públicos para remozar plazas y estadios, tapar baches, pintar banquetas, arreglar o instalar jardineras, podar árboles, recolectar basura y organizar operativos de vialidad y protección civil en la ruta del Pontífice. Un ejemplo: en Michoacán, el gobierno estatal destinó 22 millones de presos para la remodelación del Estadio Venustiano Carranza- que llevaba 25 años abandonado- para que el Papa oficie una misa ante 20 mil personas. La nota es de Andro Aguilar en «Reforma».