¿En qué ha beneficiado al pueblo de México, mayoritariamente católico, la visita a nuestro país del Papa Francisco? ¿Qué tanto han logrado calar en los distintos segmentos de la población, sus certeros mensajes, de critica y denuncia algunos; de entrañable afecto y solidaridad otros; de enorme comprensión algunos más, evidenciando en todo momento que ha sido un hombre del mundo, antes de ser un hombre de Dios?
Su permanente llamado a la misericordia, a la justicia social y a la recuperación de los valores humanos que hacen posible la convivencia armónica en sociedad, han sido sin duda, una bocanada de aire fresco en el clima contaminado de constante violencia, corrupción y desigualdad que se vive en nuestro país.
No es realista esperar un impacto mayor; pensar que las cosas malas cambien merced al llamado del sumo Pontífice, pero sin lugar a dudas, ha sido de enorme valor su presencia y mensaje solidario a los mayoritarios segmentos de la población que han vivido por largo tiempo el inmenso agravio de la falta de expectativas.
Para millones de mexicanos la autoridad moral del Papa Francisco, ha hecho el símil de un bálsamo en la herida de carencias y abandono que viven nuestros paisanos los mas pobres, los indígenas, los excluidos, los enfermos, los jóvenes sin rumbo ni expectativas; las familias que requieren recobrar valores y principios para sus hijos; los migrantes; los distintos; el catalogo poblacional en suma, que requiere y valora un gesto de genuina atención, afecto y respeto, en lo que se resuelven o no sus complejos problemas cotidianos.
Sin ánimo de politizar ni de polemizar sobre las muchas causas en la agenda ciudadana, el pueblo de México ha vivido con la visita del pontífice, un “apapacho” en el ánimo; una suerte de alto en el camino, para tomar un poco de agua, y continuar el pesado trayecto.
Para el Papa por su parte, su visita a México redundará en un previsible fortalecimiento del catolicismo en nuestro país. Esa es la razón de las visitas papales, inocular en los creyentes que se han alejado, la esperanza de un retorno que fortalezca el espíritu; de una efectiva receta para los días más negros.
Más allá de la breve visita Papal y su “cariñoterapia” de enorme valor transitorio, muchos nos preguntamos ¿Cómo se deben hacer las cosas en México para lograr un alivio permanente a nuestros muchos problemas? ¿Cuál es la receta que nos permitirá romper el circulo perverso de la corrupción y las políticas ineficaces que no atienden a cabalidad las necesidades de la población?.
Los lideres de este país tendrían que dejar de lado las políticas reactivas y empezar a formular políticas innovadoras, bien pensadas, que vayan de la mano de la gente, y den respuesta a los problemas que siguen creciendo por la falta de solución.
Más allá del consuelo moral transitorio que haya traído la visita papal, necesitamos una receta efectiva que nos proporcione alivio permanente al catálogo de problemas de todo orden qué hoy estamos enfrentando. Esta receta es única, no es negociable, y tenemos que surtirla a cabalidad si queremos encontrar alivio.
La receta consiste en más y mejor educación para todos, más y mejor educación de forma permanente, que nos haga conscientes de nuestra fortaleza como sociedad organizada, capaz de hacernos escuchar y hacer valer nuestros derechos frente al gobierno, que tendrá que cambiar para bien, incluso por razones de supervivencia. Esa es la receta que tenemos que surtir mas pronto que tarde.