«El 7 de mayo de 1922 se inauguró la enorme planicie, del actual Estadio Xalapeño, trayendo como atracción principal y causando gran expectación, al piloto acrobático estadounidense Frank Hawks, quien realizó diversas pruebas en su avión particular, aterrizando finalmente en la pista del estadio. La absoluta autoría intelectual para crear el hermoso estadio fue de don William Kennet Boone, quien entusiasmó a la sociedad xalapeña de ese tiempo y al entonces gobernador Heriberto Jara Corona, para que fuera una realidad el coloso, que se convirtió en el primer estadio público de nuestro país y en América Latina (en Argentina, ya existía uno, pero de carácter privado, el River Plate»). Lo escribe José Zaydén Domínguez, en la «Revista de la Crónica Xalapeña», que presentó apenas el sábado anterior.