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En la Capital del Estado hemos visto miles de manifestaciones en todas las formas y estilos, desde los pacíficos y silenciosos a los escandalosos que gritan consignas en contra de alguien; también los que invaden la vía pública a medios cueros y ni idea tienen sobre la razón de su protesta, lo que es correspondido por los ciudadanos que tampoco sabemos que puedan lograr con mostrar sus carnes, aparte de dar un pobre espectáculo callejero de despojo y pérdida de la dignidad.
Otras manifestaciones más dramáticas se han dado cuando algunas personas se amarran a las columnas del Palacio de Gobierno; también los que se declaran en huelga de hambre y lo más lamentable cuando se atreven a quitarse la vida al prenderse fuego.
Todo lo hemos visto los avecindados en Xalapa; pero nunca habíamos tenido la oportunidad de presenciar una manifestación que lejos de incomodarnos nos resultara agradable.
Tal es el caso de los Académicos de la Universidad Veracruzana que la semana pasada ocuparon la Plaza Lerdo de la capital y con cantos de ópera expresaron su reclamo al gobierno del Estado por la iniciativa de Reforma al Artículo 98 de la Ley del IPE. Vaya forma de manifestarse. Y lo más importante es que lograron que el Gobierno del Estado diera marcha atrás a su intento y retirara la iniciativa.
Pero más allá de éste grato detalle está el tema que mancha de lodo y duda, que pone en evidencia un problema que también lastima a todo el estado de Veracruz al ponerlo en las primeras planas de la prensa nacional: el enorme adeudo del Gobierno a la Universidad Veracruzana, lo que ocasionó que el fin de semana una nueva marcha universitaria tomara las calles.
Esta vez no hubo cantos, sólo hubo consignas; hoy no fueron sólo los académicos, ésta vez también los alumnos salieron a las calles en un multitudinario reclamo, exigiendo el pago de más de 2 mil millones de pesos a la Universidad Veracruzana.
La calle se llenó de sangre joven; se volvió a respirar el ímpetu de los estudiantes y el aire se cargó de la emoción de una lucha justa. El reclamo no divagó y estuvo centrado en su tema. Sin vandalismos, sin excesos, para no exponer la causa.
Porque cada vez más actores alzan la voz y la situación se va acercando a una crisis de ruptura al ponernos al filo de la navaja, donde están ya muchos proveedores del gobierno que han ido de la cordura de la gestión de pago a la desesperación y poco a poco han ido apareciendo las amenazas. Varios empresarios ya perdieron su empresa y están a punto de perder todo su patrimonio por la falta de pago del gobierno.
La calle nos llama y el ejemplo nos anima, pero si las cosas no cambian, los empresarios no tendremos más opción que tomar clases de canto para ir a la Secretaría de Finanzas con nuestra ópera de cobranza. Porka miseria.