Estaba meditando acerca de qué acontecimiento importante sucedido este fin de semana convenía para comentar en mi columna. Estaba entre la inusual victoria de la (ex) máquina cementera en contra del líder general, los Rayados del Monterrey, el pasado sábado en el estadio azul, en donde los comandados por Tomás Boy derrotaron por goleada a los pupilos del “Turco” Mohamed. Entre paréntesis, estaba tratando de recordar cuándo fue la última vez que los cementeros derrotaron a un rival por un marcador tan contundente como el de este sábado que vencieron a los de la Sultana del Norte por 4 goles a cero, pero la memoria es flaca, no me dio para tanto.
Sin exagerar, creo, como que recuerdo que un marcador tan sobrado se dio hace, no sé, como 20 o tal vez más años cuando el cuadro de La Noria, comandado por un todavía argentino Mauro Camoranesi, que jugaba de extremo derecho, derrotó con un juego alegre y vistoso, ofensivo vamos, a los de Coapa. En aquella ocasión los de la Cooperativa Cruz Azul vencieron a los “cremas” de la televisora de Chapultepec 18 por un marcador más que contundente de 4 goles a 2. Nada más para darse una idea de cómo ha pasado el tiempo desde aquellas épocas gloriosas de los cementeros, todavía vivía Emilio “El Tigre” Azcárraga Milmo y el presidentedel América era Guillermo Cañedo de la Bárcena, ¡uff!, ya corrió mucha agua de por medio.
Pero aunque la victoria del pasado sábado de Cruz Azul ante el Monterrey fue un acontecimiento excepcional que merecería toda una columna, en esta ocasión mucho me temo que este triunfo fue definitivamente eclipsado por los Oscares que ganaron nuestros paisanos Alejandro González Iñárritu y Emmanuel “El Chivo” Lubezki Morgenstern, que recibieron sendos galardones por Mejor Director y Mejor Fotografía, respectivamente. Como sabemos, para el “Negro” es el segundo Oscar consecutivo a que se hace acreedor como Mejor Director, hecho que no se repetía desde hace 65 años cuando lo ganó por segunda vez Joseph L. Mankiewicz en 1950, previamente lo había ganado en 1949. Años antes esta hazaña ya la había logrado por primera vez John Ford, que lo hizo en 1940 y 1941.
Para el egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), que es la escuela de cine de la UNAM, el “Chivo” Lubezki, es su tercer año en forma consecutiva que se alza con el Oscar y fue la quinta vez consecutiva en que estuvo nominado. La verdad es que este reconocimiento a Lubezki no hace más que confirmar que el “mexiqueño” es el mejor fotógrafo de la historia del cine, porque ha logrado conjuntar con su lente un cine preciosista con lo lo mejor de los avances técnicos y tecnológicos. El “Chivo” ya superó y con mucho a otros monstruos de la cámara como Gabriel Figueroa, el fotógrafo de la época de oro del cine nacional y quien sin embargo nunca ganó el Oscar a la Mejor Fotografía, y más recientemente al fotógrafo canadiense avecindado en nuestro país el siglo pasado, Alex Phillips, y a su hijo Alex Phillips Jr., que brilló con su fotografía en los años 60, 70 y 80.
Emmanuel Lubezki ya superó incluso al español Néstor Almendros, que en los años 80 fotografió algunos films que en aquellos años fueron considerados como los mejores en su tiempo. Y de González Iñárritu qué más podríamos decir que no se haya dicho ya. Hace poco escribimos sobre The Revenant (El Renacido) y dijimos en aquella ocasión que esta era una cinta que rayaba la perfección, que era lo más parecido a una genialidad pero que sin embargo, era muy probable que en Hollywood no comprendieran su grandeza. The Revenant no es la cinta clásica del western, yo diría incluso que es una especie de pre western que narra una historia verídica y que pinta un escenario en donde en Norteamérica reinaba la ley del más fuerte, no se había instaurado la civilización europea e imperaba la ley de los nativos.
The Revenant como podrán constatar quienes ya la hayan visto, es una cinta excepcionalmente bella, que transmite la frialdad y la soledad de los escenarios en que fue filmada, extraordinariamente narrada tanto que merecería ser tomada como uno de los ejemplos más perfectos en las escuelas de cine, de cómo un realizador debe contar una historia cinematográfica tan compleja y difícil como lo es El Renacido. Hay mucho de poético en esta cinta y también hay mucho de denuncia por la depredación que los primeros colonos europeos provocaron en lo que hoy es el territorio de los Estados Unidos y Canadá, nada más el bisonte fue cazado prácticamente hasta su extinción.
Finalmente concluiría que ojalá en este país cunda el ejemplo de estos dos mexicanos excepcionales, González Iñárritu y Lubezki están en estos momentos en lo más alto de la cinematografía mundial. Son dos mexicanos, súper chingonsísimos ambos, por los cuales sentimos un profundo orgullo y admiración.