Llegaron en grandes contingentes, bien organizados, vigilando que no hubiera algún infiltrado que con acciones violentas pretendiera reventar la marcha. Llegaron a pesar del frío, con el calor del coraje y la indignación. Llegaron jóvenes y no tan jóvenes. Alumnos y exalumnos, académicos, trabajadores, llegaron acompañados de miembros de la sociedad civil. La plaza ya estaba llena y las personas seguían llegando. Por ahí vi a Charo Piña, que no “escarmentó” con la sacudida que le dieron en diciembre y valiente iba dispuesta a enfrentarse nuevamente a ellos; ahí iba Dulce María Dauzón, Patricia Mercado, Liliana Caltayud, Mirna Valdez, el maestro Manuel Martínez, la Güerita Páez, Marco Tulio Aguilera con todo y violín y el coro de la UV cantando a Verdi, otros cantaron La bamba: “Yo no soy marinero soy de la UV, soy de la UV, otros leyeron poesía.
En otro contingente iba también Esther Hernández Palacios, cuya presencia le daba más legitimidad a la marcha; él no me vio pero vi a mi amigo Gérman Ceballos. En otro contingente vi a mi maestro Efrén Ortiz, a Hilario Barcelata, a Arturo Reyes Isidoro, a Yaco Guigui y Constanza Alfaro. Ahí iban recordando al gobierno que en este momento #TodosSomosUV.
Llegaron a demostrar su unidad, no su fuerza; llegaron a mostrar su indignación antes que su repudio; llegaron a demostrar que una camarilla sexenal no puede sepultar a una universidad que ya tiene más de 70 años de vida. Llegaron a demostrar lo que significa llevar en el corazón a la Universidad Veracruzana, llegaron y cantaron, llegaron e hicieron teatro al aire libre. Llegaron los universitarios a la Plaza Lerdo, pero llegaron sin su rectora, llegaron sin Sara.
Esa mañana desayunaba con unos amigos que comentaban sobre la marcha. Uno de ellos advirtió que la rectora Sara Ladrón de Guevara no iba a participar. Nos dijo que no entendía por qué pero Sara tenía miedo, en las reuniones con el gobernador a Sara se le veía el miedo; en su forma de pedir las cosas Sara tiene miedo.
Baste leer el último comunicado en donde responden a la iniciativa del gobernador para brindar autonomía presupuestaria a la UV, 36 líneas en siete párrafos que no dicen nada, que presumen un posicionamiento pero no la vemos por ningún lado. “Nuestra posición ha sido y seguirá siendo clara y razonable”… dice en el principio del cuarto párrafo, pero después suelta una oración tibia, endeble, generalizada y suplicante: “Para la universidad pública mexicana es imprescindible contar con los recursos suficientes y puntuales para el desarrollo de nuestras tareas”. ¿Para la universidad pública mexicana?, mejor hubiera dicho “para todas las universidades del universo”. ¡Cuánto miedo se esconde en esa sola oración! Señora, usted es la rectora de la UV, no de todas las universidades públicas de México.
Por ese miedo Sara Ladrón de Guevara perdió una oportunidad histórica, encabezar el mayor movimiento universitario en Veracruz de los últimos tiempos. Ahí iban todos, íbamos todos, pero ella no estuvo porque le dio miedo.
Y uno se pregunta, ¿miedo a qué? ¿A que no le paguen? Pues si no le están pagando. ¿Miedo a que se desquiten con los jóvenes universitarios? Pues si ya va a ser un año que les dieron una madriza. ¿Miedo a que Javier Duarte no le dé el aval para un siguiente periodo? Pues si Javier va a salir antes que ella. ¿Miedo a que ya no la inviten a desayunar a Casa Veracruz? Pues si ya están desalojando esa residencia. ¿Miedo al qué dirán? Pues si ya lo estamos diciendo.
Sara Ladrón de Guevara perdió su oportunidad, no es líder, ella lo sabe, pero pudo serlo; no es valiente, ella lo sabe, pero pudo serlo; era su momento, ella lo sabía, pero prefirió dejarlo pasar.
Postdata 1: Marcha histórica de universitarios en Xalapa
Mientras tanto miles de jóvenes y académicos, egresados y alumnos de la Universidad Veracruzana salieron a demostrar que la universidad no está desvalida como piensan esos pillos que la quisieran ver sepultada; esos que como plaga devoraron todo, que se llevaron hasta lo que ha futuro nos habría de pertenecer.