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Me cuesta trabajo pensar que en la siguiente reunión empresarial no estará más el amigo que por más de 30 años me distinguió con su amistad, porque el pasado 1 de marzo, en las primeras horas tomó el camino hacia otro espacio y hacia otro proyecto de los tantos que inició en su productiva vida.
Xalapeño de nacimiento pero tuxpeño de origen, apasionado promotor de la capital de todos los veracruzanos por el enorme cariño que manifestó siempre hacia Xalapa, tierra adoptiva para muchos que como yo fuimos contagiados por el conocimiento a detalle de todos los lugares, barrios, rincones, sitios donde estar, donde comer, donde divertirse, donde sentir la historia y tradición de una ciudad mágica cubierta de neblina y rociada por el chipi chipi que se convertía en el marco ideal de un paseo romántico por las calles quebradas y nunca fáciles para los visitantes.
Y no sólo conocía todo de Xalapa, también Xalapa lo conocía a él. Era sorprendente verlo saludar a cualquier persona que encontrara y hacerlo por su nombre. Eso debe haber sido la clave para que sus negocios hayan sido tan exitosos.
Barranca y Barranquilla era el restaurante donde nos encontramos por primera vez para hablar de negocios y por años mantuvimos una extraordinaria relación comercial que desde el inicio fue enriquecida por extraordinarias charlas de mesa que daban gusto al estómago y nutrían la mente y el corazón con las experiencias y viviencias que construían rápidamente opciones nuevas.
No era un tipo fácil porque era brillante y sus razonamientos en línea con su visión de las cosas no eran de fácil digestión como si lo eran los extraordinarios platillos que probé en La Casa de Mamá, el mejor sitio emblemático que ha tenido Xalapa.
Algunas veces tuve que “perder” mucho tiempo en largas esperas para poder definir los detalles de los impresos que requería, porque departía con todos los comensales que llenaban sus mesas, pero no me pesaban pues él se ocupaba de que hubiera un platillo en mi mesa, muestra de su extraordinaria generosidad y anfitrionía.
En el año 1996 coincidimos en una nueva faceta y junto con otros grandes amigos fundamos el Consejo Coordinador Empresarial de Xalapa, A.C., todos representantes de sus organismos empresariales: CANACO, CANACINTRA, CANIRAC, CANAGRAF y CNIC (ahora CMIC), lo que dio lugar a un distintivo personal que sigue vigente. Era un detalle singular de cada personaje y de cada nombre: “Héctor CANACINTRA, Marcos CNIC, José Luis CANACO, Jesús CANAGRAF y David CANIRAC”. Así nos hablábamos, así nos saludábamos.
Y sucedió en un evento en Sala de Banderas de Palacio de Gobierno, presidido por el Gobernador Patricio Chirinos Calero, que al hacer uso de la voz David mencionó que estábamos apoyando la campaña contra el dengue con la ayuda de unos folletos que hizo “Jesús CANAGRAF”, el silencio de unos segundos fue roto por la risa del propio Gobernador que se dio cuenta del “error” y todos los presentes lo celebramos con una risa colectiva que hizo trizas el protocolo de ese momento.
Han pasado muchos años y todavía viejos amigos me honran con esa forma de saludo con el que siempre recordaré aquel afortunado tropiezo de David.
Xalapa y todo el Estado de Veracruz fueron la pasión que hicieron de David un eterno promotor que sabía perfectamente de que hablaba porque conocía el polvo de las calles y el olor de sus casas; pudo haber sido el mejor Secretario de Turismo de siempre, pero la falta de un título académico se lo impidió. Cosas que inventan los políticos para convertir algunos espacios públicos en sitios exclusivos de una élite de papel que ocupan acomplejados de la “titulitis” que compiten por el nivel de sus papeles por encima del nivel de sus conocimientos y su capacidad de alcanzar los resultados que Veracruz necesita. Y eso lo tuvo de sobra David Bouchéz Gómez, el mejor Secretario de Turismo que Veracruz necesitó y que no tuvimos.
Hoy ocupa un sitio de privilegio en donde el ser y el hacer no son ya importantes, donde la historia puso punto final en su última página y donde los amigos sonreímos de frente al grato recuerdo de David CANIRAC. Así de simple. Ese es mi pienso.