Hace tres años, la facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó el estudio “Enfermedad renal crónica y su atención mediante tratamiento sustitutivo en México”. El diagnóstico que arrojó la investigación estima que, para el año 2025, habrá en nuestro país un aproximado de 121 mil pacientes con enfermedad renal crónica y causará la muerte de 160 mil personas.

Según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el año pasado tenían un padrón de 59 mil 146 pacientes bajo tratamiento sustitutivo de la función renal. Es decir, que el Seguro Social les proporciona el tratamiento mediante diálisis peritoneal o hemodiálisis, según la gravedad del enfermo.

Mientras los investigadores universitarios registran un padrón de 129 mil paciente en etapa terminal que requieren el tratamiento. De este universo, aproximadamente unos 60 mil pacientes son los que logran realizarse un trasplante. Menos de la mitad.

Con base en la investigación realizada por personal de la UNAM, los resultados son alarmantes: una de cada cuatro unidades de hemodiálisis tienen deficiencias graves en preparación del personal o carencias en la infraestructura. Estas anomalías oscilan en la falta de un nefrólogo (hace tres años sólo se registraban 900 y de estos, 700 no estaban certificados) hasta la baja calidad del agua que se utiliza.

En nuestro estado la situación no es ajena a lo que prevalece en el ámbito nacional. Sólo que aquí tenemos el municipio con más casos registrados de problemas renales: Tierra Blanca. Independientemente del dato duro que el sector salud nos pueda dar para reafirmar o corregir, el problema existe y se propaga debido, entre otros aspectos, a la obesidad, hipertensión arterial y una alimentación inadecuada.

Testifiqué cercanamente la agonía de una persona muy querida. Desde que le fue detectada la enfermedad, su paso por la diálisis peritoneal a la hemodiálisis y, finalmente, su muerte. Los gastos que realizó la familia fueron muchos. La insuficiencia renal requiere mucho dinero para paliar los males.

Recuerdo que cada sesión de hemodiálisis –según me contaron- les costaba mil 1500 pesos y necesitaba realizarse tres por semana. Es decir, 18 mil pesos mensuales sin considerar medicamentos y pagos de consulta.

Sé que muchas familias pueden solventar económicamente este problema, pero también sé que muchas más les es difícil pagar y optan por resignarse ante lo inevitable.

Personalmente celebro la propuesta presentada por el diputado Leandro Rafael García Bringas, para que el Seguro Popular otorgue a pacientes y cubra el costo de la terapia de Deficiencia Renal Aguda a través de la hemodiálisis.

“La terapia de reemplazo renal en sus diversas modalidades tiene ya una larga experiencia en México, pero no hay los tratamientos a nivel popular para quienes no cuentan con los servicios de salud como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Petróleos Mexicanos (PEMEX) y en los propios Servicios de Salud del Estado.”

Dicha propuesta es una reforma al artículo décimo cuarto transitorio de la Ley General de Salud, presentada ante el Congreso de la Unión, por la legisladora federal Beatriz Vélez Núñez;con la cual se pretende aumentar la cobertura del Seguro Popular mediante la inclusión al Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos y los costos de la terapia (hemodiálisis) para tratamiento de la Deficiencia Renal Aguda.

Por hoy es todo, les deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.