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En mi adolescencia, cuando estaba definiendo algunos puntos clave de mi vida, una tía me hizo un obsequio que cambio mi forma de pensar, me regaló un libro de Elena Poniatowska (a quien admiro con fervor desde entonces) titulado Leonora.
Las páginas del libro contenían la biografía de la reconocida pintora surrealista, relatando de manera extraordinaria el temple de esa mujer que había pasado por tantas cosas a lo largo de la historia y había impuesto su voluntad a la de quienes le decían que su deber estaba en ser una dama de sociedad.
A través de Leonora descubrí un nuevo modelo a seguir, yo soñaba con el éxito y sabía que alcanzarlo no consistía solamente en ser madre, crecí rodeada de mujeres que constantemente luchaban por sus sueños, que no estaban a la espera del sustento que pudieran brindarles sus maridos, sino que junto a ellos construían un capital. Pero sobre todo, que el tener hijos no las limitaba para resaltar en los distintos ámbitos laborales. Esos ejemplos eran para mí suficientes, pero con el libro escrito por Elena encontré mucho más y surgió en mí la curiosidad por investigar cuántas mujeres habían enfrentado el qué dirán para alcanzar sus metas.
Lo cierto es que en todo momento han existido féminas que cambiaron el curso de la historia, cuentan que la Guerra de Secesión estuvo influenciada por el libro la cabaña del tío Tom, escrito por Harriet Beecher Stowe, activista anti esclavitud. Incluso, se dice que cuando ella conoció a Abraham Lincoln, él le dijo ─ Así que tú eres la autora del libro que empezó esta gran guerra.
El voto de las mujeres es posible gracias a Emmeline Pankhurst, quien lideró el movimiento que inició con este derecho, aunque no llegó a verlo convertido en realidad, ya que murió tres semanas antes de que éste fuese otorgado.
Cuando hago una retrospectiva a los libros que han influenciado mi vida, descubro que todos o la gran mayoría tienen como protagonistas a mujeres, en los cuales son empoderadas, libres y perfectamente capaces de lograr lo que se proponen. Las historias que más me han gustado tienen en común que las protagonistas son fuertes, inteligentes y se enfrentan a los retos sin importar cuan duros sean, para ellas el mundo no se cierra.
Una conocida, originaria de Rusia me contaba que después de todos los cambios políticos en su país fueron precisamente las mujeres quienes sacaron adelante a sus familias, porque cuando la economía se vino abajo los hombres se quedaron en shock, no tenían idea de cómo generar recursos sin un trabajo, mientras tanto el sexo femenino ideaba alternativas una tras otra. Años después los hombres siguieron su ejemplo.
Estoy convencida de que las mujeres no somos el sexo débil, por eso existe el dicho de que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer, pero también tengo la certeza de que a algunas no nos basta con estar detrás, queremos estar al frente de nuestras vidas y si llega el momento caminar al lado de un gran hombre que entienda que también tenemos sueños y ambiciones.
Me parece injusto ver como el mismo lenguaje juzga a una mujer cuando va tras lo que anhela, como en el caso de las jóvenes asesinadas en Ecuador. “Iban solas” decían muchos, ¡No! ¿Hubieran dicho lo mismo si fuesen dos hombres los que deseaban conocer el mundo?, la mayoría de noticias y comentarios publicados hacen referencia a que por ser niñas deberían tener más cuidado, que no debían viajar de mochileras, etc. Es cierto que hay peligros a los que nuestro género nos enfrenta, pero no tendría por qué ser así, me gustaría que por un día pudiese caminar frente a una construcción sin que me digan cosas obscenas, traer un short por el simple hecho de que hace calor sin sentir las miradas de pervertidos o escucharlos decir ¡Mamacita!, entre muchas otras cosas, que nunca resultan agradables.
“Es cierto que no todos los hombres son acosadores, pero toda mujer ha sido acosada por un hombre”, encontré esta frase en redes sociales y considero que no hay palabras más convenientes, el problema no son todos los hombres, sino aquellos que han sido partícipes del daño que muchas mujeres vivimos día con día, y me incluyo en la frase porque aún en su forma mínima he sufrido violencia y son terribles los sentimientos que provocan, te hacen sentir incómoda y en muchos casos culpable, sin embargo tengo fe en que juntos podemos mejorar, comenzando por la educación en los hogares, tal como lo mencionaba en mi artículo anterior, ni machos, ni sumisas.
El género no debería ser limitante, tampoco razón de discriminación, si queremos ser una sociedad más equitativa comencemos por lo básico, apoyemos iniciativas que promuevan la educación para niños y niñas, que el matrimonio sea una decisión y no una obligación, pero sobre todo que las mujeres sean conscientes de su valía y que sepan que sin ellas el mundo no sería posible.
Por eso, si estás leyendo esto haz que el día de la mujer sea un motivo para festejar todos los éxitos, que no se limite a un evento en el año, sino a una manera de recordar que todos los días es posible luchar por aquello que queremos, siendo conscientes de que las metas se alcanzan con dedicación y esfuerzo, que el reconocimiento y la igualdad es algo por lo que debemos trabajar siempre.