Como hombre de Estado y desde sus diferentes cargos tanto en la Secretaria de Programación y Presupuesto, como Secretario de Desarrollo Social y en sus aspiraciones a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, reflexionó en innumerables ocasiones y operó proyectos económicos y sociales pensando en insertar al país hacia una nueva dirección, y confiaba en una política eficiente para el desarrollo fuera de vicios ancestrales:
“…La economía, hoy, es un tema del más alto interés para la vida pública. La viabilidad política está en una economía pertinente, conducida responsablemente… las naciones sólo sobreviven si aciertan en su proyecto económico”.
“…En México, durante 20 años, ensayamos respuestas diversas a esas grandes preguntas que nos hacíamos y se puede hablar, de que hicimos tres grandes apuestas que luego, con base en nuestra realidad, tuvimos que modificar. Primero, la de un Estado casi omnipresente, que más adelante descubrimos que era inviable social y financieramente. Segundo, la de un rápido endeudamiento como fórmula para responder a las demandas sociales y mantener el crecimiento, lo cual luego paralizó nuestra economía. Y tercero, la promesa de los recursos del petróleo, descalificada por el cambio tecnológico y la caída de los precios. Fueron décadas largas y difíciles. Hoy, el debate político y social pone nuevamente en el centro, el campo de la economía y el desarrollo social”.
“…Ahora bien, en los años ochenta se marcó -podemos decir – la terminación de un tipo de Estado, sin aplicarle sus responsabilidades estratégicas ni claudicar en la defensa de la nación. Pero había que cambiar el Estado mexicano de métodos de trabajo, pero sobre todo, tenía que cambiar de actitud, para sostener una nueva relación con la sociedad, de corresponsabilidad de participación y de aliento a la iniciativa privada, a la iniciativa local y a la individual.”
Pero para lograrlo había de contarse con una economía eficiente y socialmente comprometida como base para un crecimiento estable, sano, sostenido, otorgando al estado y a la sociedad, mayores recursos y capacidad de respuesta a las urgencias sociales. “La Nación no puede seguir adelante con este abismo de marginación y de atraso. Tenemos que cumplirles a los pobres entre los pobres. Para ello propongo un conjunto de acciones que los rescate del olvido y los incorpore cabalmente a la vida democrática y de libertades…Por eso nuestra posición es continuar en el ánimo de la reforma económica que hemos escogido: competitividad, baja de la inflación, salud fiscal, solvencia financiera y una amplia política social para construir un nuevo piso de bienestar que sustente el crecimiento económico.”
Luis Donaldo, creía en el municipio libre, la descentralización y el pacto federal:
«…La política social parte de una concepción del ciudadano inserto en su relación con la comunidad a la que pertenece y con la autoridad más cercana, con el ámbito de gobierno que le corresponde; es decir, de manera más cercana: el municipio. Por eso la política social se hace concreta en el municipio; éste es el espacio territorial donde cada uno de nosotros desempeñamos nuestras actividades cotidianas»(2)… Es urgente, una revisión del Pacto Federal y lo hago con una visión municipalista, lo hago también con el ánimo de que revisemos juntos la estructura de participación fiscal y finanzas de los estados y a los municipios” (3).
Pero para ello había que cultivar una nueva cultura de la autosuficiencia tecnológica y científica en todos los rubros: “El proteccionismo constituye una política económica anacrónica que destruye la competitividad y termina por reducir inexorablemente el bienestar…Siendo competitivos, ganaremos la batalla por la productividad. Sólo así lograremos sociedades más democráticas, libres y más justas” (Ibíd).
Igualmente estableció un compromiso con el desarrollo sustentable: “La lucha por un desarrollo compartido y por establecer el equilibrio ecológico no son, ni pueden ser, excluyentes. Sólo un desarrollo equitativo es garantía de un uso racional de los recursos que la tierra, la única que tenemos, nos ofrece a las generaciones de hoy y a las que habrán de venir»(4).
Colosio no fue un neoliberal, fue un socio-liberal, por eso hablaba de: “…gobernar más para el desarrollo y menos para la regulación y el control”. No buscaba un Estado mínimo como proponían los neoliberales, sino un Estado con la máxima capacidad de respuesta a las demandas sociales, pero para que ello sucediera había que erradicar los vicios que al interior de la administración pública existían: “sin dirigentes y burocracias corruptas, paternalistas y consumidoras de los recursos necesarios para la obra social”….Juntos pondremos final a la corrupción de los empleados públicos que llegan sin dinero y salen ricos de las comunidades pobres (5)”.
Por ello, Luis Donaldo creía firmemente en el ejercicio de la ley: “… ¡Vamos a cerrarle el paso al influyentísimo, a la corrupción y a la impunidad! “He propuesto, una profunda reforma del Poder Judicial, para devolver la confianza a los ciudadanos en sus instituciones y en su gobierno…Ante ustedes, quiero reiterar que asumo los ideales de Juárez comprometiéndome con el Estado de Derecho, con las libertades, la democracia y la defensa de la soberanía” (5).
Luego entonces, ciudadano y comunidad; responsabilidad, honestidad individual, de gobierno y esfuerzo colectivo; participación pública; cultura social y política, generación de riqueza y elevación del bienestar social para el crecimiento sostenido, entre otras cosas, eran los aspectos que daban forma a la mística humanista de Colosio, donde el propósito era hacer que el ciudadano alcanzara plenamente su condición de hombre libre que se beneficia de la vida en comunidad y que aporta a esta.
Colosio exhibía siempre su profundo amor a México y lo demostró en su discurso del 6 de marzo de 1994, ya como candidato del PRI a la Presidencia de la República, siendo un mensaje de respeto y honestidad frente al país. Un discurso lleno de realismo, duro, pero también lleno de esperanza para los mexicanos, mismo, que nunca olvidaremos los que tuvimos la satisfacción de oírlo en la Plaza de la República de la ciudad de México.
En éste tuvo presente a los indígenas, “que no pueden esperar más las exigencias de justicia, dignidad y progreso”; a los campesinos “que aún no tienen las respuestas que merecen”; a los trabajadores “que demandan mejores salarios, adiestramiento y mejores prestaciones”. A los jóvenes, “que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no tienen siempre a su alcance las oportunidades de educación y de preparación para el trabajo”. Igualmente a las mujeres, “que reclaman una participación más plena, más justa en el México de nuestros días”. A los empresarios, de la pequeña y mediana empresa, “que quieren oportunidades y que demandan una economía que les ofrezca condiciones más favorables”; a los maestros, universitarios, investigadores, técnicos y profesionistas “que piden reconocimiento a su vida profesional, condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos y empleos que ayuden a desarrollar sus aptitudes y destrezas”. Y remataba diciendo: “¡Todos ellos son las mujeres y los hombres que mucho han contribuido a la construcción del país en que vivimos y a quienes habremos de responderles!”. (6)
Y en ese espectro de país con el que soñaba Colosio, cabían todos, pensaba en todos y lo hizo hasta el último segundo de su vida…Nunca perdió la fe. De ahí sus palabras en el discurso de Tijuana, BC, el 23 de marzo de 1994, donde enfatizó su convicción en el triunfo, que era indudable ya para el momento y eso incomodaba a sus adversarios:
“…Vamos a ganar porque sabemos lo que es la competencia política”. Nosotros no le tememos a la competencia política…rechazamos la incompetencia política. Vamos a seguir preparándonos. Vamos a fortalecer al país. Cada uno de nosotros tenemos una tarea qué asumir; cada uno de nosotros tenemos una responsabilidad qué cumplir; cada uno de nosotros habrá de darle rostro y presencia a nuestro Partido y a México…” Y concluía diciendo: “Los invito a que nos unamos a esta campaña que no solo es de Colosio, esta campaña es de todos y cada uno de ustedes porque juntos vamos a llegar a la Presidencia de México” (7).
Después de esas palabras, siendo las 17.12 (hora del pacífico) Luis Donaldo bajó del templete, caminó 13 metros abriéndose paso en la multitud e intempestivamente entre ésta surgirían–producto de una acción sola u orquestada–las manos enfermas, resentidas, frustradas…traidoras, que le dispararon en la cabeza. Colosio, se debatió entre la vida y la muerte durante las siguientes horas y fue declarado muerto a las 19.45 hora local. Y, a partir de ese momento la impotencia y el dolor invadieron a todos los priistas y mexicanos… Un dolor que aún se siente cada 23 de marzo.
Pero el país tenía que continuar caminando. Habían de venir otros tiempos en la política mexicana, nuevos movimientos sociales, transiciones democráticas saludables, nuevos problemas de descomposición y retos difíciles, pero pese a todo, el avance no se detuvo….ni se detendrá.
Porque aquellos jóvenes con los que Colosio debatía las ideas (hace 22 años) a los que dirigió sus palabras, hoy tienen la conducción de la Nación, están presentes en el Congreso de la Unión, en las Cámaras de sus Estados, encabezan municipios, están ejerciendo sus profesiones u ocupando posiciones importantes o estratégicas en las empresas públicas o privadas. Son esos jóvenes–hoy adultos–, a los que Colosio siempre les tuvo fe, a los que les pidió en su momento que nos le faltara nunca: “consciencia y humildad” porque con ello serían hombres de “buena razón” de decisiones objetivas y actores sensibles al respeto humano y eso los haría mejores gobernantes y mejores ciudadanos.
Y porque una bala no puede borrar sus pensamientos, su ideario a muchos nos sigue impactando y ojalá sus palabras fueran inspiración de las nuevas generaciones de políticos, ávidos de buenos valores, para que caminen en la mística de la responsabilidad, honestidad y compromiso consigo mismos y con sus semejantes, siendo la única manera en que la política se prestigia y trasciende.
Por eso en esta fecha más que recordar su muerte, hay que recordar su vida, porque Luis Donaldo, nos supo legar –a los que le conocimos o a los que hoy viven su historia a través de los libros–, una honda convicción democrática, una tenaz voluntad de participación, entrega y honorabilidad en el servicio y una visión de comunidad. Por eso hay que seguir dignificando ese legado trabajando por un México de justicia, respeto, legalidad, libertad y oportunidades.
“…Es la hora de la reforma del poder, de construir un nuevo equilibrio en la vida de la república; es la hora del poder ciudadano. Es la hora de la democracia; es la hora de hacer de la buena aplicación de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir los templos del poder y el abandono de nuestras comunidades… ¡Es la hora de la Nación! ¡Es la hora de reafirmar valores que nos unen. ¡Es la hora del cambio con rumbo seguro, para garantizar paz y tranquilidad a nuestros hijos! ¡Es la hora de ser fuertes todos, haciendo fuerte a México!”. (Luis Donaldo Colosio Murrieta)