Por Ramón Durón Ruiz
La sabia frase dicta: “Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos se esfuerzan por hacer imposible… lo posible”
El siglo XX fue una centuria de grandes trasformaciones, lleno de violencia y desaliento, fue un siglo de grandes avances en la ciencia y la tecnología, pero a la par de grandes magnicidios como el archiduque Francisco Fernando, el asesinato de Emiliano Zapata, Venustiano Carranza, Francisco Villa, Álvaro Obregón, John F. Kennedy, Martín Luther King, John Lennon o de Luis Donaldo Colosio Murrieta.
En la mayoría de los magnicidios son más preguntas que las respuestas. HOY 23 de marzo, México conmemora el vigésimo segundo aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio, la Nación llora su partida, pues fue uno de los políticos que más ha impactado en el México moderno por su integridad, actitud y temple, porque era un hombre acostumbrado a sumar.
Político norteño bien parecido, lo atraía el deporte y la oratoria, de pronta respuesta, de ágil palabra, con facilidad para sembrar amigos, que con una atractiva personalidad conquistó a la ciudadanía por los cambios y las aspiraciones que planteaba para un México que veía con “sed y hambre de justicia”.
Meses después de su asesinato, –yo, que tuve el honor de tratarlo personalmente en muchas ocasiones, debido a que me invitó a colaborar en su equipo–, decidí hacer un libro sobre su vida: “Colosio sus últimos días”, para tal efecto entreviste a su papá: Don Luis Colosio Fernández y a una veintena de sus amigos y cercanos colaboradores.
Colosio fue un político que sumó en torno a su proyecto de nación, un nutrido número de mexicanos, que ante la estupidez de su asesinato, aun siendo apartidistas, lloraron su partida, sabiendo que con él, México perdía una parte de su ser.
Luis Donaldo luchaba por el desarrollo regional, sabía que las mejores estrategias venían de las regiones del país, en la lucha contra la pobreza aspiraba a llegar hasta las últimas consecuencias, pugnaba por la perspectiva comunitaria. Tenía como propósito encabezar un gobierno cercano a la gente, donde la iniciativa popular fuera el eje fundamental para el desarrollo social.
Colosio creía que el presidente sólo debía ser el instrumento de los anhelos de la gente, que nada ni nadie debía impedir el contacto ciudadano, “porque Presidente que pierde el contacto con su gente, pierde el piso”. Aspiraba a encabezar un gobierno sensible a los reclamos ciudadanos, que respondiera a sus demandas, que fuera instrumento para satisfacer sus necesidades más sentidas, siempre cercano a la gente.
Quería ser líder del cambio, diseñar un nuevo horizonte para la juventud, garantizar la paz, fortalecer la unidad nacional y buscar los nuevos estadios de progreso. Todavía resuena el discurso pronunciado el 6 de marzo de 1994, en el monumento a la Revolución, en el LXV aniversario de la fundación del PRI, ahí sintetizó su programa de gobierno, mismo que disgustó a la burocracia gobernante.
Para el Filósofo queda demostrado que “el corazón es más que un órgano que bombea sangre”; es la semilla de los impulsos primarios que tiene su base en el amor, es capaz de descifrar el cumulo de mensajes que el Universo envía.
Me contó Norberto, quien manejaba el día 23 de marzo, que: “al subirse a la camioneta en el aeropuerto de Tijuana, –sin que nadie se los pidiera– un grupo de voluntarios de seguridad, todos vestidos de negro, hicieron una “V” en torno a la camioneta del candidato, misma que al avanzar el vehículo se iba abriendo para agilizar la salida, el Lic. Colosio mirando la escena dijo:
— Pareciese que van abriendo paso a un cortejo fúnebre.
Una cuadra antes de llegar a Lomas Taurinas al dar la vuelta en una esquina, se veía el tumulto de gente que lo esperaba, le pidió a Norberto se detuviera y le pasara la otra chamarra, se la calzó, regalándole la que traía puesta a la vez que le decía: — Mi corazón me dice que no vaya.
— Pues vámonos para Obregón Licenciado –dijo Norberto–, allá lo están esperando con una recepción impresionante.
— ¡No! –respondió Colosio– debo cumplir con mi destino, ¡Vamos!”
Y una bala asesina disparada por Mario Aburto… ¡Cambió el destino de este país!
El Lic. Luis Donaldo, gozaba de excelente sentido del humor, disfrutaba la obviedad del Filósofo, en uno de sus discursos en campaña en Michoacán habló de él. HOY que extrañamos su presencia física, el viejo campesino de allá mesmo dice: “Los hombres somos como el dólar… ¡NOS VALE MADRE EL PESO!