1) Leer en español, uno de los lenguajes más bellos de Occidente. 2) Hacerlo en un jardín aromatizado y no necesariamente en la biblioteca. 3) Colocado bajo la sombra que proteja del sol del trópico húmedo. 4) Refrescar el ambiente y el sonido con el alboroto de un apantle o de una fuente de agua fresca que provenga del deshielo de las montañas. 5) Acompañar el libro con un poco de queso fino de «La Mancha», con un vaso de buen vino del mediterráneo, con una tasa de café robusto de la América Latina y con un tabaco fresco de las Antillas. 6) El último elemento tiene que ser un agregado personal y exclusivo. Para cada quien la paz, la serenidad, la compañía, el confort, la hora o la indumentaria». Lo comenta José Elías Romero Apis en «Excélsior»