“Don Quijote se dispuso a velar sus armas. Las colocó sobre un abrevadero que había en el corral para beber agua las bestias. Embrazó la adarga y cogió la lanza; comenzó a pasearse por el patio, a la luz de la luna, con aire marcial. Todos en la venta contemplaban atónitos el espectáculo”.
De acuerdo con los libros de caballería de fines de la Edad Media y principios del Renacimiento (con todo y el Siglo de Oro español, que se inaugura precisamente con la primera parte de El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, publicada en 1605), quien fuera a ser armado caballero, debía velar sus armas toda la noche en una capilla, orando a Dios para que lo hiciera valiente y merecedor de su nuevo título.
Y así lo hicieron los caballeros famosos como el Amadís de Gaula, Palmerín, Esplandián, Florisando, Primaleón, en libros que eran devorados profusamente por los por cierto pocos europeos que sabían leer hace 500 años, aunque las aventuras llegaban al pueblo a través de los graciosas narraciones de los juglares en las plazas públicas.
Dirá la perspicaz lectora, se preguntará el ínclito lector qué tiene que ver tanta literatura en una columna como ésta, que muchos consideran de tema político, pero voy a la justificación cuando paso inmediatamente a decir que así como aquellos aventureros que se vestían con unas incomodísimas armaduras, en estos días de la proximidad de las campañas electorales, los candidatos a la gubernatura están velando sus armas para entrar con todo el ímpetu al torbellino de los mítines, las pláticas de convencimiento, la difusión de sus mensajes en los medios de comunicación masiva.
Digo, si me permiten la figura literaria y la comparación.
Juan Bueno Torio (independiente), Cuitláhuac García Jiménez (Morena), Armando Méndez de la Luz (Movimiento Ciudadano), Alba Leonila Méndez Herrera (Partido del Trabajo), Alejandro El Pipo Vázquez (Partido Encuentro Social), Héctor Yunes Landa (Alianza para mejorar [a] Veracruz -PRI, PVEM, Panal, Ave y Partido Cardenista-) y Miguel Ángel Yunes Linares (Alianza Unidos para rescatar [a] Veracruz -PAN y PRD-) seguramente están velando esos días, no en oración pero sí de alguna forma pidiendo a todos los santos que los ayuden para salir ganadores de ésta, que será la abuelita de todas las batallas electorales que ha habido en Veracruz.
Es muy poco, casi horas, lo que falta para que llegue el fatídico domingo 3 de abril y ahora sí salgan nuestros modernos caballeros -y una dama también muy bien armada de propuestas electorales- a enfrentar los molinos de viento, acompañados de sus sanchos (hago la referencia exclusiva para el personaje de la novela de don Miguel de Cervantes: Sancho Panza es el fiel escudero que sigue a su señor durante casi todo el libro; nada que ver con otras interpretaciones populares; ni Dios lo mande).
Desde el primer minuto de ese día, que por fortuna sólo tendrá 23 horas porque arranca el malvado horario de verano, empezará la lucha por conquistar el voto ciudadano, y los abanderados echarán mano de todos sus medios para hacer llegar su discurso a los veracruzanos.
Eso sí, todos, todos, todos esperamos y deseamos que la justa sea limpia, que no cunda la guerra de lodo entre los contendientes. Tampoco es un paseo veraniego, porque el enfrentamiento puede y debe ser fuerte, pero con las armas de la razón, de la lógica, del discurso inteligente, de la propuesta viable.
Que todo fuera así…
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