Se vive como se puede, no como se debe, en Veracruz; la vida colectiva se ha venido deteriorando notablemente en muchos aspectos. Recordar nuestra infancia y juventud es repasar un pasado tranquilo, sin sobresaltos y lleno de esperanzas; siempre pensábamos en un mañana, además de algo mejor. Hemos llegado a estos niveles de deterioro público como efecto de tendencias nacionales pero también como resultado de malos gobiernos, que degradan las instituciones y anulan la expresión de la voluntad popular.
La violencia nos salta por todos lados, de muchos tipos; golpea en muchas partes y lastima a todos, en momentos concretos y en potencia. Hay extorsiones, asaltos, desaparecidos y amenazas cotidianas. De pronto se esfuman jóvenes a manos de policías, en hechos nebulosos se pierden y aparecen muertos; es gravísimo lo que ocurre con las fuerzas de seguridad, de peligrosa descomposición. No debemos aceptar esas penas, por nosotros y nuestros hijos seamos muy exigentes con quienes están a cargo de la seguridad pública.
El extravío de Veracruz pasa por la enorme deuda, la parálisis gubernamental, la falta de obra pública, los raquíticos presupuestos y la falta de compromisos democráticos. Fracasó el experimento populachero, autoritario y partidista. No trajo más democracia, perdió lo avanzado y nos coloca en un férreo círculo vicioso. Precisamente Xalapa, nuestra capital, ciudad de economía que gira en torno a los empleados públicos y los estudiantes, de quincenas, sufre la falta de inversión gubernamental, con algo de gasto de parte del Ayuntamiento y prácticamente nada de la federación y el Estado. Es triste el espectáculo que dan los letreros de renta o venta de locales, casas y negocios.
De gran atención, asunto de sensibilidad mayor, han resultado los escándalos de grupos de «júniors» involucrados en violaciones y actos de pederastia. Ante la valiente denuncia de padres y agraviadas, la opinión pública ha dado su condena terminante y exigido acciones a las autoridades correspondientes . Entre sospechosa y negligente la actuación de la Fiscalía del Estado. Sin eludir la gravedad del hecho en sí tenemos que cuestionarnos el tipo de sociedad y gobiernos que tenemos. Es de reflexionar sobre este tipo de comportamientos, conductas delictivas y carentes de valores.
En este momento de sombras, de gruesa incertidumbre y dudas sobre el futuro, llegan las elecciones de Gobernador y diputados; son el momento para repetir o para cambiar; es la oportunidad de expresar nuestra forma de pensar, el balance gubernamental y plasmar la voluntad popular. En elecciones las quejas y los anhelos se traducen en votos, es el momento para tomar decisiones y darnos el rumbo que queramos. Por supuesto que contra las malas costumbres y manos negras debe imponerse la demanda de voto libre y secreto. Con elecciones libres habrá gobiernos y representantes legítimos, eficaces y comprometidos con la comunidad.
Sin afanes milagrosos, sin varita mágica, creo que nos urge la alternancia, que conviene una sacudida a Veracruz; de ahí se debe desprender la transición a la democracia, que inicie con gobierno abierto, incluyente y eficaz. Enderezar el rumbo implica esperanzas, el inicio de un renacimiento; avanzar así es indispensable para iniciar el nuevo camino, digno, orgulloso y de grandes resultados. Simplemente, el gobierno debe volver a ser el espacio del servicio público, el lugar de la convocatoria abierta, donde haya animo de hacer algo bueno, de confianza y orgullo. La indispensable participación electoral, sin pretextos, derivará en mejores gobiernos y resultados concretos.
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Recadito: En donde sea y como sea vamos por un gobernador de alternancia.