Definitivamente la cultura ambiental que tanta falta nos hace y más entre los mexicanos, solo es posible impulsarla y desarrollarla a partir del esfuerzo conjunto de gobierno y sociedad y mediante la acción y el ejemplo local y no con el discurso global.

Este puede ser útil para el diseño de políticas públicas pero frenar la destrucción de nuestro planeta y desarrollar comportamientos y formas de vida que armonicen con la naturaleza es batalla real que solo cobra sentido, a partir de acciones en cada municipio, comunidad, localidad, en cada familia.

El que esto escribe, por décadas fue parte del ambientalismo de discurso y solo por ratos lo practiqué en los últimos 25 años. Es a partir de hace 3 años cuando iniciamos el proyecto eco turístico Cañada Encantada, que hemos podido hacer algo. Sé que solo es un grano de arena pero también que el ejemplo puede ayudar a educar más que mil palabras.
Por eso mismo cobra importancia la educación ambiental que transmitan los gobiernos locales a través de sus propias acciones. Si en el discurso, la autoridad municipal se autodefine “ambientalista” pero esto no es más que un adjetivo o el nombre de algún programa, lo más probable es que exista incongruencia en todo su quehacer sustantivo. La congruencia ambiental ha de ser trasversal a toda la estructura programática y operativa de un ayuntamiento.
Reducir el consumo, reusar unos materiales y reciclar otros, deben ser parte de la cultura ambiental congruente que ha de estar presente en la totalidad de la administración municipal y no solo por convicción o razones económicas sino porque ésta es batalla de gobierno y sociedad y solo se consigue autoridad moral como promotor de una cultura ambiental cuando se es congruente y se es el primero en practicar lo que se predica.
Se dice que los niños atienden más a lo que ven hacer en sus padres que a lo que estos les dicen con palabras. Pues eso es lo mismo que pasa con los ciudadanos y el gobierno local.
Se trata entonces de predicar con el ejemplo. ¿Cuántos ayuntamientos aplican en todas sus políticas, programas y áreas administrativas la cultura ambiental de las tres RRR o sea REDUCIR, REUSAR Y RECICLAR.
Parece que los veracruzanos no hemos podido librarnos de un mal que proviene de la edad mental de nuestra clase política que, con muy pocas excepciones, lleva al poder a ediles pusilánimes, de gustos mediocres, caros y dispuestos a pagar su dispendio con erario público. Con presupuestos que apenas alcanzan para pagar la nomina, ( nuevamente con respetables excepciones) se dan el lujo de estrenar todo; secretaria, chofer, oficina, escritorio, alfombra, edificio ( aunque sea rentado) camionetas de lujo, etc.
Para nada se ponen a pensar que ante la sociedad y ante el mundo son una vergüenza porque su forma de ser no corresponde a la de un país de tantas carencias y con más de la mitad de habitantes en pobreza extrema.
La cultura de reducir el consumo superfluo, reusar materiales y equipo y reciclar deshechos, simplemente no existe y todo lo que se sustituye se tira, se va a la basura o una bodega abandonada.
En los gobiernos estatales no es diferente; tenemos el caso de Maquinaria de Veracruz (MAVER) que en su tiempo fue orgullo de obras en todo el territorio veracruzano, hoy es un cementerio de máquinas abandonadas. Un cementerio que aún duele. Y esto pasa con todo, con vehículos y con inmuebles abandonados.
Veracruz ha tenido gobiernos de derroche, y hasta “modernizadores” de pésimo gusto. Como no cuesta al bolsillo del funcionario en turno, tampoco duele gastarlo.
¿Sabe Usted que cada dependencia de gobierno tiene sus propias bodegas repletas de cosas útiles, usadas o semi destrozadas?
Mientras nuestros gobernantes no pongan el ejemplo de congruencia con las 3R (reducir, reusar y reciclar) no habrá dinero que alcance y la mayor parte del presupuesto se gastará en conservación, mantenimiento salarios y edificios y oficinas.
Al parecer el ayuntamiento de Xalapa ha procurado guiarse por estos criterios y aunque ignoro si así es en todo su quehacer, me consta en la construcción de algunas obras públicas. Por ejemplo, las 22 calles de 100 metros aproximadamente cada una, construidas con “pavimento mixto” como se le llama al reuso de piedra de concreto hidráulico de desecho extraída de diversas calles o avenidas de la capital. También muros de protección en colonias cuya topografía ha hecho necesario construir. En estos casos se puede hablar de reuso de impuestos, me refiero los que fueron pagados por anteriores generaciones porque ese es el origen de ese material. Como duele ver el derroche y el desperdicio de bienes y materiales que le costaron a la sociedad, reconfortan y alientan los buenos ejemplos. Por eso mismo mereció un aplauso de Otero Ciudadano la noticia del Alcalde de Xalapa Américo Zúñiga en el sentido de que se realizan gestiones para una próxima inversión en dólares que convertirá los desechos en generación de energía. Hace falta que estas acciones, con la participación de todos, se vuelvan cultura ambiental. Una asignatura cuyo examen hay que pasar con buenas calificaciones para obtener el título de Xalapa Sostenible.