El día 23 de abril se celebra el Día Internacional del Libro. La fecha es conmemorativa porque se dice que justo en ese día murieron Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare. La coincidencia pasma; dos de las grandes plumas universales contemplando el mismo sol, la misma luna y el mismo último día sobre la tierra.
En ese mismo día, 399 años después muere el profesor Guillermo Héctor Zúñiga Martínez, precursor de las instituciones educativas en Veracruz y un gran promotor del libro. Guillermo Zúñiga conocía el gran valor que tenía el libro, al mismo tiempo sabía del riesgo que corría este instrumento de la memoria, ante las nuevas tecnologías digitales. A pesar de ello, antes que pensar que los libros y la lectura debían adaptarse a la era digital, prefirió siempre el papel y la tinta, el peso específico de un volumen que lo contenía todo al mismo tiempo; de la lectura que acude a uno al momento de abrir los ojos, de abrir un libro y pasar sus páginas.
Guillermo Zúñiga sabía que cuando se abre un libro, una brisa fresca acaricia nuestro rostro; cuando se abre un libro y se inicia la lectura, el tiempo y la memoria se activan y la imaginación se vuelve la emperatriz de este mundo.
Muchas fueron las colecciones de libros que Guillermo Zúñiga mandó editar, muchas las leyendas y los cuentos de diferentes poblaciones que mandó reunir para que las generaciones venideras en ellas se recrearan.
Recuerdo un día que me senté con mi amigo Uriel Rosas. Estaba por entrar la administración municipal de Américo Zúñiga y le pedí a Uriel que le comunicara al maestro que me interesaba dirigir el departamento editorial del municipio. Le dije que necesitaba una recomendación del profe Zúñiga para alcanzar ese puesto. Uriel fue muy claro, el maestro no estaba interviniendo en los asuntos de su hijo; sin embargo por tratarse de mí se lo iba a comentar, pero me dijo que él ya conocía la respuesta. Tres días después me llamó Uriel para decirme que el maestro estaba de acuerdo. “En serio”, le dije. “Sí –me dijo Uriel- pero para que inicies el departamento editorial de la UPAV”. De inicio me desanimé, porque no era mi objetivo, sin embargo, con el tiempo entendí la sabiduría de Guillermo Zúñiga, entendí su gran filosofía de enseñanza. Fue la mejor decisión que pude haber tomado. Con Guillermo Zúñiga iniciamos una labor editorial sin precedente en universidad alguna. Me refiero al hecho de que en un año publicamos 12 libros en cinco colecciones: Colección Premios Nacionales, Colección Testimonios, Colección Nueva Pedagogía Social, Colección Tierra Firme, Colección Caída Libre. La cosecha ha sido fructífera.
Dice Guillermo Zúñiga en la Palabra de Rector que preside cada libro que editamos en su época: “Leer no debe ser sólo un hábito, leer debe conducir al lector hacia estados de reflexión y asimilación. En una sociedad que fragmenta la personalidad del sujeto, leer nos hace más individuos. En la Universidad Popular Autónoma de Veracruz reconocemos que el libro es el trono de la inteligencia del hombre; el libro es el estandarte de la libertad; el libro es el depositario de la cultura, del pensamiento de la humanidad”.
A iniciativa del rector de la UPAV, el contador Andrés Blancas Portilla, se editó un libro homenaje dedicado al fundador de esta universidad, Guillermo H. Zúñiga: Un hombre de palabra. En este volumen se recopilan los textos de muchos periodistas, de políticos y académicos que ante el deceso del profesor Zúñiga dedicaron algunas palabras a manera de homenaje. Destacan entre los autores el prólogo del rector Andrés Blancas Portilla, el discurso de Flavino Ríos Alvarado en el homenaje que se le rindiera al maestro en la explanada de la Secretaría de Educación de Veracruz, el discurso de Pepe Yunes en el homenaje en la sede del PRI y el artículo que Héctor Yunes publicara sobre el maestro en diversos medios.
El día viernes 15 de abril nos enteramos que el honorable cabildo del municipio de Xalapa aprobó que se erigiera un monumento en la Plaza de los Maestros, en el Paseo de los Veracruzanos Ilustres que se encuentra frente a la escuela Normal Veracruzana. Nada más justo que eso.
Cuando una persona muere nos duele su ausencia. Tenerlo presente en la memoria nos alivia un poco la pérdida. En adelante, caminar por esa plaza, por ese paseo y contemplar al ilustre veracruzano, fundador de varias escuelas, promotor del libro y la lectura, fundador de la UPAV, puede hacer de este paseo por la vida algo más llevadero; saber que por sus obras las personas trascienden, nos invita también a trascender.
Armando Ortiz aortiz52@nullhotmail.com