Por Ramón Durón Ruíz

El canta autor español Joan Manuel Serrat, escribió éste poema, que musicalizó con éxito: “Hoy puede ser un gran día, Imposible de recuperar, Un ejemplar único… No lo dejes escapar”
Y eso es lo que el viejo Filósofo te pide, que no dejes escapar el día de HOY, sin haber impreso toda la pasión en tu tarea, sin haber compartido tu luz, sabiendo que si llenas tu alma con pensamientos, emociones y sensaciones positivas, le darás un nuevo rumbo a tu vida.
No dejes escapar el día, sin aprender que eres un ser de luz, pleno de energía; la luz, el sonido, el agua y tu cuerpo físico, son energía que vibran a diferentes velocidades y en frecuencias distintas.
No dejes escapar el día, sin que hayas gozado el milagro del alborada que nace, viviendo inspirado, –que es estar en espíritu–, te llevará a dar lo mejor de ti, a atraer las cosas buenas que HOY el universo tiene para ti.
No dejas escapar el día, cuando sabes ocupar tu mente en una visión positiva del presente, es harto difícil que tu cuerpo enferme, porque es imposible que atraigas cosas diferentes, a lo que piensas.
Los pensamientos –positivos o negativos– generan energía, provocando estados de ánimo, que transforman tu existencia, controlando el estrés –que nace del miedo y la vida se trata de ser más grande que los miedos, que enferman tu cuerpo– y regenerando tu existencia basado en el poder del amor.
HOY, no dejes escapar el nuevo día, trabaja en el manejo adecuado del control del estrés, con herramientas sencillas como: hacer ejercicio, tomar suficiente agua, darte tiempo para descansar y dormir 8 horas diarias, disfrutar tus pasatiempos, comer sanamente, gozar unos minutos de la energía que el Sol provee –el cuerpo necesita luz solar–, ejercitándote en la meditación, aprendiendo a respirar.
No dejas escapar el nuevo día, cuando reconoces que hay un conflicto emocional, “cuando a nivel consciente dices, quiero prosperidad; pero en la infancia me dijeron que los ricos son malas personas; quiero gozar de la vida, pero el nivel subconsciente te dice que se viene a sufrir” Este viejo Filósofo te invita a que no dejes escapar el nuevo día y conscientemente te des permiso de gozar de la vida.
El ser humano es el único ser que se daña a sí mismo. No dejas escapar el día, cuando te das permiso de romper viejos paradigmas limitantes, heredados por la tradición familiar, como: “Los hombres no lloran”; “Las mujeres aguantan todo a su marido”; “El dinero no es fácil de ganar, hay que trabajar durísimo”; “Venimos a éste mundo a sufrir para merecer”; “Tu no mereces lo mejor”; “Es imposible que tengas todo”, etc.
El ser humano es el único ser que se daña a sí mismo con distintas adicciones: alcohol, cigarro, drogas, estrés, miedo, que son un mecanismo de defensa, se trata de ser más grande que cualquier adicción, seguir adelante, llenando tu mente con pensamientos positivos, para que el cuerpo sane. Las adicciones generan un químico dañino: la adrenalina, que daña tu sistema inmunológico.
Cuantas veces dejamos escapar el nuevo día, viviendo en torno a un racimo variado de adicciones. Las adicciones llegan porque hemos omitido contactar con nuestro Maestro Divino: la adicción al síndrome de la infelicidad –nada nos hace felices–; la adicción al drama; la adicción a comer; la adicción a las redes sociales; la adicción al ejercicio; la adicción a leer –te desconecta de la realidad–; la adicción a ver la TV; la adicción a la enfermedad –es una manera de llamar la atención, para que haya apapachos.
Y ¿porque la presencia de las adicciones?, muy sencillo, porque el ser humano en cada adicción encuentra ganancias secundarias; pero deja escapar el día y se le va la vida.
Cuando estás en un nivel espiritual superior, no dejas escapar el día sin haber sido feliz.
A propósito “un joven le dice a su papá, un argentino radicado en el pueblo:
— Me voy a casar con la chaparrita de aquí de al lado.
El papá le dice: — ¡Mira che!, a tu edad, por mi belleza, las mujeres morían por mí y tuve relaciones con la mamá de la chaparrita, es tu media hermana, no te puedes casar con ella.
Al poco tiempo orgulloso le dice al papá: — Me voy a casar con la ‘secre’ de la oficina de aquí de la vuelta.
— ¡Pibe!, esa muchacha también es tu hermana.
Confundido, le dice a su mamá las múltiples relaciones que su padre contó: — Según mi papá tiene hijos en todo el pueblo, creo que nunca me voy a casar, cada vez que decido casarme, me dice que es mi hermana.
Su madre moviendo negativamente la cabeza le dice: — No le hagas caso… ¡ÉL NO ES TU PADRE!”