¿No se te ha ocurrido alguna vez, poner un título que nada tenga que ver con lo que vas a publicar? Eso me pasó al comenzar esta colaboración. La idea inicial era hablar de la falta de ciudadanía en México. De la irresponsabilidad de los habitantes de México (que no ciudadanos, porque no hay) de esperar que todo lo resuelva el gobierno, ya sea federal, municipal o estatal, y de señalar que la fuente de todos los males del país también es de otros, del gobierno, por corruptos, ineptos, cínicos, y cualquier otra cosa que usted quiera señalar. Olvidando todo el tiempo que el poder emana del pueblo, y si el pueblo estuviera en ánimo de ejercerlo, los gobernantes actuarían en bien de todos en lugar de en su propio bien, pero eso, el ejercer el poder del pueblo nos da mucha flojera a los mexicanos, es más cómodo vivir quejándonos que hacer lo que tenemos que hacer.
Imagina un gobierno vigilado por la población, un gobierno al cual se le pidan cuentas, dichas cuentas se revisen, se controlen y se informen a toda la población. Un gobierno a quien la población le diga cuál es su programa de desarrollo, que obras hará con el presupuesto, incluso hasta cuánto puede pagar de nómina. Un gobierno en el cual los consejos ciudadanos decidan, en lugar de ser comparsas, y sentirse importantes porque se reúnen con el alcalde, o tienen algún título –que generalmente no ejercen correctamente-. Si no lo tenemos, no es culpa de los gobiernos municipales, estatales o federales, sino de la población, que critica, señala, vocifera, pero no asume sus propias responsabilidades. E incluso, cuando surgen algunos grupos como los observatorios ciudadanos o equivalentes, la propia población les da la espalda, las organizaciones se encelan y al final, nadie vigila el actuar de los gobernantes. Que por cierto son mexicanos y emanados del pueblo, no son gente ajena a esos que al día siguiente de asumir su cargo, los señalan de lo peor.
México podría cambiar de un día para otro, pero la mentalidad del mexicano es lo que nos tiene en el atraso en que vivimos. Es cuestión cultural, y mientras esa cultura no cambie, no vale la pena realizar esfuerzos para cambiar la vida de quienes no la quieren cambiar.
Pero el tema era otro. El tema es felicitar al gobernador Javier Duarte pues su estrategia dio resultados. Héctor Yunes llega a la candidatura e intenta hacer las cosas a su manera, distanciado totalmente del gobierno en turno. Comienza a sentir el frío de la lejanía con el centro de poder. No hay quien mueva un dedo para apoyarlo, las estructuras partidistas son hechas a un lado, y ellas se quedan quietas. Las estructuras gubernamentales reciben la orden de no moverse, y los resultados se perciben en las encuestas. Ante ello, ante la posibilidad real de perder la elección, a Héctor no le queda más que doblar las manos. Aquéllos que él había decidido no fueran candidatos a diputados locales, ahora lo serán. Aquéllos que él pensó debían de ser candidatos, son bajados del caballo y regresan los que la voluntad del gobernador decidió que regresaran. A cambio, Héctor espera ver a las estructuras de partido y de gobierno comenzar a moverse. Héctor espera que la maquinaria electoral más poderosa que México ha conocido actúe una vez más a favor de su abanderado, y eso revierta la pérdida de puntos ante el electorado.
Todo esto es lo que se percibe desde fuera, ante los movimientos que a partir de hoy miércoles se verán en todo el estado. Los que iban y los bajaron, se volverán a subir. Los que parecían seguros ya no lo estarán. Los pretextos para no aceptar las candidaturas serán muchos, pero la realidad es que cuando es en cascada, se nota que en nada tuvo que ver la voluntad de cada aspirante, sino los arreglos cupulares.
El riesgo de la apuesta es grande. Pues ya pasó un 25% del tiempo de campañas, y para que Héctor cediera, tuvieron que dejarlo caer. Ahora habrá que levantarlo, recuperar lo perdido y todavía avanzar. Esta elección servirá de libro de texto para las próximas generaciones si es que los estrategas del PRI logran lo que se proponen.
Hoy seguramente Miguel Ángel estará relamiéndose los bigotes, pues de entrada, estos cambios debilitan al adversario. Otro que estará muy contento es Cuitláhuac pues aparece como la tercera opción. Curioso sería que al final, ni Héctor ni Miguel Ángel, sino el delfín de AMLO se quedara con la elección de Veracruz. Aquéllos que piensan que Morena es alfil del PRI se llevarían una gran sorpresa, pues es de todos sabido que Andrés Manuel sólo juega para su equipo, y está aprovechando el momento de división en el PRI, y el durísimo golpeteo contra Miguel Ángel para crecer a su candidato. Esto ya se convirtió en un circo de tres pistas, no nada más de dos. Dónde los golpes entre PRI y PAN benefician a la gran máquina que es MORENA que siempre cosecha el descontento social. Y por allí también se puede colar el candidato independiente Juan Bueno Torio si se pone vivo y tiene con que.
La apuesta para el ganador, no es ser mayoría, sino la minoría más grande. Los estrategas electorales tendrán que tejer fino, porque los márgenes de error serán muy estrechos, para que su delfín resulte el ganador. A sabiendas de que un golpe a cualquiera que le quite unos puntos de preferencia electoral, no siempre será compensado con el crecimiento para el otro contendiente, sino que lo que uno pierda, se lo van a repartir los otros dos.
Si consideramos los números electorales de Andrés Manuel, vemos que es un experto en canalizar el descontento social, y crecer dónde lo daban por muerto. Miguel Ángel tuvo la gracia de ganar el estado de Veracruz para Josefina, a pesar de que ella no era la favorita de Calderón, así que de elecciones sabe (a pesar de sus derrotas como secretario de gobierno en tiempos de Chirinos), y en el caso de Duarte, la última elección de diputados federales mostró que tiene toda la capacidad para generar votos para su partido (a pesar de los decires de mucha gente, los hechos hablan por sí solos), literalmente arrasando en esa elección.
La claudicación de Héctor le pone mucho más sabor a la elección, para los que nos gusta ver este deporte del pancracio electoral.