Vivimos situaciones atípicas con relación a nuestro clima y medio ambiente. El mes pasado supimos de ‘la desaparición del Río Atoyac’ en la parte central-montañosa de nuestro estado. Temperaturas no registradas en los anales de la historia meteorológica y cambios bruscos del clima en cuestión de días u horas, son algunos fenómenos naturales que hemos vivido.

Nuevos términos y conceptos se han incorporado a nuestro vocabulario, por ejemplo, cambio climático y calentamiento global. Hace unos 40 años fuimos pioneros al incorporar la materia de ‘Ecología’ en los planes de educación primaria. Don Rafael Hernández Ochoa, gobernador de Veracruz, supo entender su presente y trató de prevenir el futuro. Ahí tenemos los parques ecológicos del Macuiltepetl y el Jardín Botánico.

La toponimia de la capital del estado es “manantial en la arena” y jamás pensamos en sufrir estiajes. Pero la necedad humana ha logrado destruir lo que a la naturaleza le llevó millones de años construir. ¿A qué viene todo este preámbulo? A lo expresado por el vocal de la Comisión Permanente de Medio Ambiente, Recursos Naturales y agua del Congreso Local, Edgar Hugo Fernández Bernal.

El diputado nos pide atención sobre la sobreexplotación de manantiales, ríos y arroyos que empresas particulares realizan en diversos puntos del estado y cuyo único objetivo es obtener ganancias con la venta de agua. Particularmente a los dueños de pipas que abiertamente bombean día y noche nuestros recursos naturales.

“Se estacionan a un costado del cauce, llenan con sus bombas y se van y eso nadie lo controla, por eso urge regularizar este tipo de empresas o determinar si están establecidas fiscalmente o se trata sólo de oportunistas que venden agua sin ninguna factura o recibo.”

Fernández Bernal anunció que hará un exhorto a la Comisión Nacional de Agua (Conagua) para que se frene la extracción clandestina y sea regulada. Incluso, comparó esta actividad con la realizada a la “ordeña de ductos” de Petróleos Mexicanos (Pemex).

“Lo hacen clandestinamente; yo he visto en la zona de Amatlán, Atoyac, incluso cerca de Xalapa, en la congregación El Castillo y otros lugares, día y noche abastecen pipas sin ningún control”.
Desconozco el daño que hemos causado a nuestro entorno natural. Sólo sé que vivo las consecuencias del actuar individual y colectivo y, también sé, que estamos a tiempo de parar esta espiral descendente de destrucción.

Las contingencias ambientales que se presentan en la Ciudad de México nos recuerda que no hemos hecho la tarea. Que volvemos a repetir los mismo errores y que, aquí en Veracruz, carecemos de medidas estrictas de prevención y reacción. ¿En realidad el aire que respiramos en los principales centros urbanos está limpio?

Las dueños de las empresas que distribuyen agua y sus trabajadores dirán que “no hay de otra, que tienen que llevar el sustento al hogar”. De acuerdo. La crítica y el llamado de atención es con relación a la explotación que hacen del agua y cuyo daño aún no alcanzamos a imaginar. Escenas como la “desaparición” del Río Atoyac son apocalípticas. ¿Alguna vez pensamos que el agua podría desaparecer?

Estamos a tiempo de frenar, la pendiente ya está muy inclinada y corremos el riesgo de caer. Después no lamentemos lo que pudimos evitar.

Por hoy es todo, les deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.