De repente, se me ocurrió preguntar en mi muro de Facebook, que tema sería el adecuado para escribir esta semana. La variedad de temas implica también la variedad de preocupaciones de los amigos que se tomaron la molestia de realizar las sugerencias. Algunas de ellas fueron:
La enorme pérdida económica que está generando la violencia en Acapulco, violencia que aparentemente a nadie le importa resolver. La ocupación hotelera está llegando a mínimos históricos, y eso en un puerto dónde el turismo representa la mayor actividad económica raya en tragedia, como si fuera una zona de desastre. La intención no es sólo mencionar lo que allí pasa, sino extrapolarlo a nivel nacional, y analizar los costos de la guerra de Calderón, hoy guerra de Peña, que no se gana, que no termina, y que sólo causa desastres como la enorme cantidad de víctimas que algunos centros de investigación y derechos humanos calculan en más de doscientos mil muertos, un sinnúmero de desaparecidos, a pesar de que llevamos registrados oficialmente alrededor de 27,000. Sin contar con los heridos, los dañados de manera permanente, los daños psicológicos de una gran parte de la población, y también los daños materiales en estados dónde ya no es posible realizar normalmente la actividad económica. Es tan grave, que si un enemigo de México hubiera intentado hacer el mayor daño posible al país, ésta hubiera sido la mejor solución. Hoy todavía sigo pensando que mejor estábamos con Fox, y con sus índices de criminalidad.
Esos desaparecidos, no se consideran muertos, porque como ya hemos visto, México es un gran territorio lleno de fosas clandestinas, dónde se quemaron y trituraron los restos de esos desaparecidos, tanto los que están registrados, como los cientos de miles que no están registrados en ningún documento gubernamental. O quizá también en todos esos tanques con sosa cáustica que permitieron deshacer cientos o miles de cadáveres, que tampoco se consideran muertos, sino simplemente desaparecidos, sin que nadie investigue su paradero o denuncie su desaparición. México están tan aletargado que esos cientos de miles de muertos y esas decenas de miles de desaparecidos, a nadie importan. Nadie protesta (o muy pocos), y no vemos activistas ni –sobre todo- a la ciudadanía en general exigiendo una solución pronta y expedita a este problema. (Servidos Rocío y Raúl)
Don Hassan pide que se comente el hecho de que ahora hay mucha encueratriz en las redes sociales. Todo mundo se toma fotos provocativas, y en particular las modelos, artistas y cantantes buscan atraer más seguidores con fotos más y más atrevidas. Claro que esto no es nada más un deseo exhibicionista. He investigado y me he enterado de que los patrocinadores miden la popularidad de aquéllas que habrán de representar su marca, por el número de seguidores que tengan en Instagram o en alguna otra red social. Lo cual implica que para esas chicas (las no amateurs) mientras más seguidores tengan, más dinero ganan en sus campañas de publicidad. Las otras, las amateurs, piensan que mientras más enseñen, más fácil será encontrar pareja. Ahora la foto del escote o de la pompa implica en realidad lo que un anuncio en otras épocas. Es como decir, ¨estoy disponible y mira que bien estoy¨.
Felicidades a la ciudad de Córdoba por su cumpleaños. La villa nació en 26 de abril de 1618, y en dos años cumplirá 400 años de fundada. Razón por la cual diversos grupos de ciudadanos están comenzando a planear lo que puede ser una gran fiesta, o un fiasco de conmemoración. Sin embargo es obligación de los ciudadanos celebrar a su ciudad, no del gobierno municipal, que sólo debe coadyuvar.
Aída me pide que comente sobre el escaso compromiso de las altas esferas empresariales de cada pueblo y municipio del país para lograr gobiernos socialmente responsables. A lo que yo le contesto que debemos incluir en esa falta de compromiso al resto de la población pues no podemos pensar que la responsabilidad es siempre del ¨otro¨. La vigilancia de la acción gubernamental es responsabilidad de todos, y si nadie quiere vigilarla el resultado son los gobiernos municipales, estatales y federales que tenemos en nuestro país. Cada mandatario, alcalde, gobernador o presidente de la República se siente propietario durante su período de mandato de la ciudad, estado o país, y de los recursos que se manejen en su administración. Y eso se debe a que nadie vigila, y mucho menos les hace sentir que esos recursos son del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Nadie le dice al funcionario el monto máximo de nómina que puede pagar, nadie vigila los gastos corrientes, mucho menos los presupuestos de obra pública (que todos conocemos que se elevan como por arte de magia cuando de gobiernos se trata), y tampoco hay quien le diga al gobernante en que debe de gastar. En resumen, no hay ciudadanos, ni entre los empresarios ni entre el resto de la población. Hay cómplices por acción y cómplices por omisión. Nada más.
Don Francisco me pide que comente que las reservas ecológicas no tienen la mínima reserva para proteger a los animales que las habitan, dado que se han convertido en territorios de caza, sin que haya consecuencias. Sólo me resta afirmar que México es un país de leyes sin ley. Sin autoridad que vigile la vigencia de las leyes, o con autoridad que mediante módica mordida permite la violación de las leyes. Debo aclarar que todas las autoridades son mexicanos por nacimiento y aunque se roten o cambien de puesto, seguirán actuando igual, pues hay una cultura de ilegalidad y corrupción en todos los niveles de la sociedad.
De repente me quedo sin espacio, y me falta comentar los Panamá Papers y su nula investigación en México. De los verificentros que huelen tanto a podrido, por lo pocos que son, y por el único concesionario. De un libramiento ferroviario que se prometió y presupuestó hace más de 20 años en Córdoba, y de cuántas obras estarán igual a lo largo y ancho del país. De los que dejan de ser independientes para convertirse en diputados plurinominales de los partidos que unos días antes criticaban y señalaban como indecentes. De la mal llamada fiesta de toros que debería ser llamada la fiesta de la sangre, y que debería de existir la opción de que el toro entre entero para poder apostar al toro, en una lucha más igualitaria. Y también del avance de Donald Trump, al representar una corriente de pensamiento en Estados Unidos que si bien no es mayoritaria, si tiene muchos adeptos, con la ventaja de que enfrente tiene a un evangelista fundamentalista al que incluso los republicanos le temen, por lo radical en sus posturas.
En fin, se nota que la diversidad de temas que interesan es muy grande y como siempre el espacio y la capacidad de análisis son muy cortos.
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