Sé que no me voy a ganar muchas simpatías con la afirmación que haré, pero considero que los topes son un gran remedio para hacer menos nociva la vialidad en las ciudades, los pueblos y las carreteras.
Matizo para convencer adeptos: los topes son un gran remedio… pero los topes bien hechos, adecuados, amigables con la suspensión de los vehículos. ¿Cuáles son esos topes? Debo reconocer que en la actualidad casi ninguno.
Y no existen esos buenos topes porque a nadie se le ha ocurrido encargar un estudio a especialistas (ingenieros civiles y mecánicos, ortopedistas, arquitectos, ¡sicólogos!) que determinen las características que debe tener un tope, delo que seguiría una norma oficial para la construcción de estos auxiliares de la vialidad.
Por el momento los topes que pululan en todo el país son peligrosos obstáculos que afectan a las personas y los vehículos.
Un obstáculo de ésos, en forma de pared insalvable o de molestas boyas o de supuestos reductores de velocidad (llamados irónicamente vibradores) terminan por provocar daños en el silenciador de los autos, afectan el filtro de aceite y de gasolina, y le dan e la torre a cualquier suspensión, por más fuerte que sea o bien hecha que esté.
Y en las personas que viajan dentro causa problemas en el cuello, la cintura, la cadera, y hasta un desprendimiento paulatino de la retina si se pasa continuamente sobre ellos a más de 10 km/h.
Como obstáculos que hacen que se detenga el vehículo, los topes fomentan la contaminación, según explica claramente Mario Maraboto en su artículo al respecto en la revista Forbes (http://www.forbes.com.mx/nuevo-reglamento-de-transito-y-otros-obstaculos-en-el-df/