Entre el kínder y la primaria nos aprendimos esta frase que hace que salgamos con el orgullo medianamente entero de una situación que por fuera hacemos como que no importa. Mi buen amigo el Chelis cumple este viernes sus primeros 40 años. Hace poco le tocó al Conta -otro amigo del alma- celebrar lo propio.
Uno a uno, hemos ido brincando la barrera de las cuatro décadas con la mirada de fuego al andar que prometió Arjona. A todos los aquelarres he sido invitado y a todos he acudido con mi mejor cara de brujo cuenqueño. Pero esta pachanga, la de hoy, se realizará en la Ciudad de México.
¡Cómo crees! Me disculpé. Con la contingencia ambiental que ya amenaza en convertir a los capitalinos en chilangos mutantes con malignos superpoderes, ni loco que estuviera. La última vez que anduve por allá se me destrozó la nariz y dejé medio pulmón en la acera de Madero y Eje Central.
No hay comparación con lo que se respira en nuestro bello Estado.
Hace unos días, platicando con Don Rubén Pabello, le dije que nos estábamos acabando el Mundo. Don Rubén, con toda la seriedad de un hombre de elevados estudios, me dijo “Todavía no”. Yo me hice chiquito, pero solo unos instantes, porque inmediatamente quitó el tono solemne y agregó “Todavía no… pero ahí la llevamos”.
Y es cierto, ahí la llevamos. Las tardes xalapeñas ya no son lo que eran antes (ni los días ni sus noches). Cada día hace un calor más canino, un calor subsahariano que no lo tiene ni Obama. Don Rubén se va unos días a otras latitudes más septentrionales -¡Llévame a mí!- a ofrecer unas conferencias a Granada, España, y a atender otras actividades propias de la academia. Mientras tanto, los demás aquí nos quedaremos a cuidar su bella ciudad.
Por eso no voy a la Ciudad de México, porque me ofrecí a regar las plantas de su amplio jardín. Por eso, y por la contingencia ambiental; y por la tarifa dinámica y flotante de Úber; por los Cuatrocientos Pueblos que se muestran transparentes en Reforma; por la Línea 12 del Metro que sigue dando dolores de cabeza; por las Fotomultas que allá sí siguen vigentes; por los Trolls que te bajan los calzones en el Parque México; pero sobre todo porque no es de Dios hacer una fiesta en viernes en una ciudad tan lejana.
Son tantas cosas, como podrá usted ver, y como son demasiadas no me alcanzaría el tiempo para comprimirlas en estas magras líneas. Y digo el tiempo porque el espacio sí… bastaría con decir como bien lo haría mi tío Bielo “Eso y todo”. Pues por eso y todo, es que no voy.
Además, aquí tenemos tanto que hacer, tanto que descubrir. Veracruz no tiene un héroe en cada hijo pero sí tiene una joya en cada sitio. Ciudades hermosas y pueblos mágicos de norte a sur. Parajes divinos que no nos daría la vida para disfrutarlos por completo.
¿A poco Usted ya visitó todo Veracruz? Creo que ni el buen Pompeyo lo ha hecho y eso que él es de los que más lugares jarochos seguramente ha visitado. Pocos como él han descrito tan bien y con palabras tan vívidas y hermosas, lo que este cachito de cielo nos otorga.
Así es esto. Ocupamos frases infantiles para disfrazar lo que queremos y no obtuvimos. Allá el desconsiderado del Chelis, que se quede con su fiesta que seguramente no estará tan buena sin mí. Y, como dirían los niños, “¡Total que ni quería!”.
Cualquier comentario de esta columna sin salida, favor de enviarlo a atticusslicona@nullgmail.com, y puede seguirme en Twitter en @atticuss1910