Por Ramón Durón Ruiz

En el espejo de la vida, ahí donde se refleja el alma del colectivo social, la palabra Madre tiene una connotación profundamente espiritual, en donde se manifiesta el profundo amor de DIOS en la Tierra.
Madre, es un ser tocado por el Ángel del Padre; una mujer que llena de la sabiduría de la vida y de la armonía del universo, que nos enseña a enamorarnos del cosmos, a ser felices e intentar interpretar y descifrar los misterios del tiempo con acierto; a poseer una actitud mental positiva a ser cocreadores de nuestro destino, ser auténticos, a ser nosotros mismos.
Una Madre, tiene la mejor escuela, la de la vida, con pedagógica facilidad nos trasluce que nuestra vida está llena de personas maravillosas, ella nos impulsa a ser más grandes que el dolor y no darnos permiso que la tristeza enraíce en nuestro corazón.
Pero… “en la connotación popular de la palabra Madre, se desplaya el santo y seña, el genio, la figura e ingenio del mexicano, a veces, áspero y duro como ropa de trabajo, con voces golfas y tangenciales, huérfanas y non santas, en las que se pone de manifiesto la voz de un pueblo que ríe y canta con amor a la vida. Pueblo que a veces calla, que siempre ama, respeta y venera a la Madre y que sabiendo que el amor es el centro del humor ríe en homenaje a ella”
El poder mágico de la palabra Madre se intensifica por su carácter de plenitud, al gritarla llenamos nuestro mundo, nos manifestamos como lo que somos, un pueblo que tiene derecho a que las voces de nuestra cotidianidad tengan un significado diferente al otorgado por el diccionario de la lengua; es una extensión cultural que brota del pueblo, es el rostro de nuestra identidad colectiva.
El lenguaje es el mejor medio que tiene el hombre para trasmitir sus ideas; el hombre es su palabra, misma que es dinámica, creativa, vasta, fuerte, dialéctica; la cultura es una manifestación de nuestra diversidad, generada a partir de la inteligencia de la individualidad y grupalidad.
La palabra Madre nos puede llevar a los extremos, a usted notado querido lector, ¿cuántas acepciones tiene?; auténticamente es un nicho del verbo, pareciese ser una palabra mágica que para el mexicano lo envuelve todo, basta sólo un cambio de tono, apenas una inflexión para que su sentido varíe; hay en la palabra madre tantos sentimientos como significados; permítame comentarle algunas de sus acepciones:
“Mostrar alegría… ¡Qué a toda madre!
Adjetivo calificativo… ¡Qué poca madre!
Escepticismo… ¡No te creo ni madre!
Venganza… ¡Vamos a darle en la madre!
Accidente… ¡Se dio en la madre!
Efecto visual… ¡No se ve ni madre!
Sorpresa… ¡¡¡En la madre!!!
Exceso de velocidad… ¡Va hecho la madre!
Estatura… ¡Es una madrecita!
Irresponsabilidad… ¡Le vale madre!
Sentido del gusto… ¡Esto sabe a madres!
Desorden… ¡Qué desmadre!
Despectivo… ¡Vale pa’ pura madre!
Incredulidad… ¡No sé qué madre se cree!
Alquimista… Todo lo que toca le da en la madre.
Juramento… ¡Por mi madre!
Negativa rotunda… ¡Ni madres!
Sinvergüenza… ¡Qué poca madre!
Algo muy bueno… ¡Está de poca madre! Fealdad… ¡Esta fea de a madres!
Desánimo… ¡Me vale madre!
Buena persona… ¡Eres a toda madre!
Cuando alguien se cae o se golpea… ¡madres!
Golpe fuerte… ¡Qué madrazo!
Golpiza… ¡Le rompí la madre!
Hartazgo… ¡Me tiene hasta la madre!
Mucho… ¡De a madres!
Distancia… ¡Esta ca’su chingada madre!
Perversidad… ¡Es un hijo de su tiznada madre!
Molestia… ¡Chingada madre!
Enojo… ¡Me tienes hasta la madre!
Sin ganas… ¡Ni madres!
Rapidez… ¡Hecho madre!
Muerte… ¡Se lo cargó su chingada madre!
Gastronómico… ¡Sabe a toda madre!”