En el 2015, el PIB de Brasil tuvo una contracción de 3.8% y en el 2016, se espera sea igual. Son dos años de crecimiento negativo, lo que no pasaba desde 1930. En el 2011, la economía entró en proceso de desaceleración, que a partir del 2014 se convirtió en recesión. La falta de crecimiento tiene impacto directo sobre el empleo. En los últimos 14 meses, 3.15 millones de trabajadores se sumaron al contingente de desempleados, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Gente que había salido de la pobreza ha vuelto a ella.
Los especialistas calculan que Brasil tardará nueve años en alcanzar el PIB que tuvo en el 2013, que ha sido el más alto de su historia. “La crisis actual es el resultado de años de inversión deficiente, proteccionismo y una regulación excesiva. El auge de las materias primas ocultó estos problemas, pero se acabó”, dice The Wall Street Jornal para Latinoamérica (WSJA) (24/03/16), y con relación a la corrupción de Petrobras afirma que “el verdadero escándalo es que la riqueza petrolera haya generado beneficios tan escuálidos”.
El Brasil se benefició de los precios de las materias primas, pero no tuvo una “alta inversión y un aumento de las exportaciones de manufacturas como motores de la productividad y el crecimiento”, asegura WSJA. Durante la época de la bonanza, ligada al boom de los commodities, no se elevó la productividad de los sectores ajenos a la exportación de materias primas.
El éxito económico cegó a las autoridades y a la sociedad de la necesidad de reformas profundas al modelo, afirma el economista en jefe de Itaú Unibanco y añade que “lo más grave es que los ingresos provenientes del auge de las materias primas fueron mal gastados. Entre el 2000 y el 2015, el gasto del gobierno federal se disparó de 14 a 20% del PIB. El aumento (…) fue a parar casi en su totalidad al consumo y a la distribución del ingreso”. Esto dio lugar a una economía de subsidio que no se sostenía por sí misma.
Un estudio de la London School of Economics revela que los recursos del boom económico no se invirtieron en infraestructura. Otro problema son las barreras a las importaciones. Las exportaciones de Brasil representan sólo 13% del PIB, el porcentaje más bajo para una economía de esta dimensión. El país tiene pocas empresas exportadoras, dice el documento. Paul Krugman, premio Nobel de Economía, plantea que el proteccionismo reduce las importaciones, pero también las exportaciones y que esto tiene efecto directo sobre el gasto general y el empleo.
Una especialista de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro sostiene que, en la actual crisis, “el escenario parece listo para una reconstitución modificada de Brasil”. Necesariamente implica el cambio del modelo. Sin esto, no se podrá salir de la crisis. Existen grupos en Brasil, cada vez menos, que piensan, pese a las evidencias, que la crisis es pasajera y que no hay necesidad de cambiar el modelo. En su versión sólo debe esperarse que en los próximos años vuelvan a subir los commodities. Por lo pronto, todos los indicadores económicos siguen siendo negativos.