«Ramón Durón daba conferencias motivacionales. Estuve en un par de ellas y siempre tenía al público en la palma de su mano. Amable y positivo, carismático y humilde el doctor Durón en ocasiones me preguntaba como había estado en la conferencia. Yo levantaba los hombros y le decía: «Caramba doctor, ¿cómo me preguntas eso a mi, aquí el maestro eres tú? Pero él me decía que había percibido mi sensibilidad y que por eso le interesaba conocer mi punto de vista. Hoy me entero con profunda tristeza que ha muerto, y la noticia me causa una terrible desazón». Lo escribe Armando Ortiz en su más reciente colaboración.