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Después de grandes sufrimientos siempre quedan secuelas, algunas pueden ser visibles, otras se vuelven infiernos personales que solo quienes los padecen pueden entenderlos. México atraviesa por múltiples heridas, cuando apenas logramos ir sanando algunas se revientan nuestras cicatrices con nuevos daños. Sin embargo hay momentos en que pareciera que olvidamos, que perdonamos todo el dolor o simplemente fingimos no recordar.
En medio del olvido hay quienes no logran borrar la memoria pues cada instante son perseguidos por los fantasmas de las pérdidas, de la privación injusta de libertad u otra clase de daños. Ellos deberían ser escuchados por nuestras consciencias, sus voces deberían recordarnos la urgencia de prestar atención, de ser solidarios y menos egoístas. Su dolor debería ser el nuestro para así evitar que más personas sean las que deban padecerlo.
Con el recuerdo aún lacerante de la guardería ABC, de los 43 estudiantes desaparecidos, de los múltiples feminicidios, periodistas acribillados, la hambruna y la inseguridad pienso en millones de ocasiones en los que la corrupción y la impunidad son los responsables de las desgracias acontecidas en el país, a siete años de la tragedia en la guardería se me sigue estrujando el corazón al pensar en las almas inocentes que tuvieron que pagar por las omisiones de altos mandos.
Pero lo que más me lastima es darme cuenta que después de años los verdaderos culpables sigan libres, es cierto que hubo personas detenidas pero considero que no las correctas. Lo mismo pasa con los estudiantes de Ayotzinapa, el tiempo pasa y seguimos sin conocer nada respecto a su paradero ¿por qué? ¿qué hace especiales a otras personas como para mover cielo, mar y tierra con tal de encontrarlas?
En días recientes Alan Pulido, un aclamado futbolista fue secuestrado, no ahondaré en detalles de su rescate porque son del dominio público, lo que sí he de cuestionar es el despliegue policiaco que se hizo con tal de encontrarlo. Las autoridades y el mismo gobierno daban mensajes a medios diciendo que harían todo para localizarlo. Por fortuna el plagiado contaba con habilidades excepcionales que le permitieron huir de sus captores y facilitar su rescate a las autoridades. Pero ¿dónde queda ese despliegue policial ante la desaparición de ciudadanos promedio?
¿Es que acaso existen vidas más importantes que otras? Nadie sabe que nos depara el destino, hay momentos en los que la vida nos toma por sorpresa, pero en muchos otros somos responsables de lo que ocurre a nuestro alrededor, si seguimos en la indiferencia pretendiendo que no nos afecta seguiremos teniendo gobiernos deficientes, que ofrezcan servicios de la misma calidad, permitiendo que empresas privadas funcionen aún sin las debidas regulaciones.
Creo que si prestáramos más atención al entorno y procuráramos ser más responsables y comprometidos no permitiríamos que los lugares que brindan atención a los desfavorecidos sean los más vulnerables. Recuerdo el 29 de enero del 2015, la falta de mantenimiento de una pipa de gas provocó una explosión en el hospital materno de Cuajimalpa, cobró la vida de al menos 5 personas y dejó más de 70 heridos. Ese día me encontraba cerca en otro hospital, y aunque no conocía a nadie de los afectados pude vislumbrar de cerca el dolor y la desesperación de quienes tenían ahí a familiares. Esa misma tarde el presidente de la república se presentó donde atendían a los heridos, dio algunas palabras de consuelo, prometió su apoyo a los afectados (lo brindó al cubrir los gastos en los hospitales particulares cercanos) y se retiró a seguir manejando el país.
Pero en medio de todo el dolor y la crisis pude apreciar cuán grande es el poder de las personas cuando dejamos a un lado el egoísmo y nos vemos reflejados en los demás. Miles de personas llegaban a donar sangre desinteresadamente, surgieron infinidad de voluntarios, tantos que el hospital no se daba abasto y algunos tuvieron que retirarse, ese día comprobé que aún es mayor la bondad y que urge que sean más las personas que hagan ese eco. Personas sensibles ante el dolor ajeno pero también mentes creativas que propongan soluciones para evitar más sufrimiento.
Mientras escribo esto desconozco el resultado de los comicios del 2016, sólo espero que quienes se encuentren en el poder sean políticos para servir y no para servirse y que después de todo lo ocurrido para llegar hasta aquí seamos ciudadanos responsables y sin importar a quién tengamos como nuestros representantes busquemos tener un papel activo dentro de la sociedad por medio de propuestas y exigencias. Es momento de ser partícipes del rumbo de nuestro país, los verdaderos cambios no se reducen a un mando de gobierno, un partido o un candidato. Los cambios deben de surgir de cada individuo para después lograr algo unidos.