Aunque no utilizamos mucho el término populismo en México, lo cierto es que muchos de los gobiernos estatales y municipales que tenemos, incluso el federal, lo son y la verdadera lucha de poder es por la instauración de regímenes populistas que derivan en dictaduras. Coincido completamente con la politóloga guatemalteca Gloria Álvarez de que el debate en Latinoamérica ya no debe ser de derechas o izquierdas, si no de Populismo versus República porque el populismo se encarga de desmantelar instituciones.
Ciertamente los gobernantes corruptos concentran el poder, cambian leyes y códigos para conseguir sus fines y restringen las libertades ciudadanas. Ha sido un gran error de nuestros gobiernos el no consolidar la democracia, no existe igualdad ante la ley ni justicia para todos, no hemos logrado establecer un sistema que castigue la impunidad y a los corruptos, no hemos consolidado un sistema educativo que acabe con la ignorancia y mucho menos un sistema económico que frene la galopante pobreza; pobreza e ignorancia son el combustible que impulsa el populismo. Los empresarios buscan privilegios y los líderes sindicalistas también, hay grandes fallas en nuestros gobiernos que han demorado el desarrollo y provocan que nuestras sociedades caigan en las redes del populismo.
Los líderes populistas que son elegidos creen que se les dio el poder para hacer lo que deseen, cambiar leyes e incumplirlas, son gobiernos que se pintan de un color y un slogan, que rinden culto a la persona del líder y que son dadivosos y aparentemente generosos, que desmantelan instituciones como pasa con el IPE, la U.V., la C.F.E., PEMEX, imponen políticas sin consultar al pueblo, prometen un bienestar que nunca llega y la mejora económica solo se ve en ellos y en la gente que rodea al líder populista sin importar si ese dinero es del pueblo o es producto de la corrupción. En el populismo aumenta cada vez más la pobreza como ocurre en México y particularmente en Veracruz, es síntoma cuando la gente comienza a sentir que sus derechos son violentados y cada día es más difícil encontrar la forma de ser feliz, por lo que se busca un cambio y lo increíble es que aunque nos consideramos personas maduras elegimos a otros líderes populistas que terminan aplicándonos el mismo cuento.
Comenta Gloria Álvarez que los líderes populistas crean enemigos ficticios dentro del pueblo y fuera de él, enemigos internos y externos que después son utilizados para legitimar su lucha, es decir dividen a la población en dos por un lado está el pueblo que supuestamente defiende el líder populista y por el otro está el anti pueblo que es contrario a los “intereses” del pueblo por no decir del gobernante. El populista trata de infundir odio en la sociedad a través de su discurso, odio hacia quienes se oponen al régimen que son las “mentes enfermas” que tratan de afectar el supuesto clima de “bienestar” que ha generado el gobierno ¿Suena un poco a Veracruz? Pues sí. Los gobernantes populistas buscan adoctrinar al pueblo a través de los medios de comunicación, redes sociales y tratan de amalgamar en uno solo los tres poderes, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, se apoderan y pervierten los organismos autónomos como los de derechos humanos, OPLE y ponen a su antojo a quienes debieran fiscalizar los recursos y sancionar la corrupción en las contralorías y los órganos de fiscalización.
El objetivo de los gobiernos populistas se concreta con la idea de satisfacer ciertas necesidades sociales y así es que se otorgan miles de concesiones de todo tipo, despensas, programas “sociales” con nula sostenibilidad, reparten comida, dinero y dádivas y las publicitan en todos los medios para dar la idea de que es el gobernante, y solo él, quien cura las necesidades de la gente. De esta manera incrementan el gasto público, engordan la burocracia, multiplican las dádivas, los subsidios y las bolsas de comida, crean cuerpos policiacos armados hasta los dientes para generar el espejismo de la seguridad aunque esta no exista y solo sea para sostener en el poder “paramilitarmente” al populista. Después para poder pagar ese despilfarro aumentan y crean nuevos impuestos, aumentan la deuda pública, crean efectos licuadora en las finanzas y generan la inflación que se come los ahorros de la gente.
El dinero nunca les alcanza para realizar obras y programas, los servicios y prestaciones que deben ser para el pueblo pierden calidad o nunca llegan, los populistas terminan por descapitalizar la economía y deprimirla como ocurre en nuestro estado en donde el sector productivo es espoliado, la infraestructura se va deteriorando y se frena el desarrollo y esto nos mete en un círculo vicioso en donde se pone controles a todo, se aplican políticas económicas drásticas, se restringen los servicios como educación y salud que afectan al pueblo y la pobreza aumenta con todos los problemas que esto implica, hasta que la economía y la convivencia social colapsa, y por supuesto la culpa no es del gobierno populista si no de los “enemigos del pueblo” creados por el propio gobernante populista.
Lo más triste de esto es que mientras en otros países del mundo los gobiernos están logrando reducir la pobreza, aumentar el nivel educativo de la gente y asegurando la salud para todos, en México y estados como el nuestro, la pobreza aumenta e increíblemente los gobernantes populistas que han provocado todo esto se consolidan y vuelven a ser elegidos por la gente.
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