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“Presidente Maduro, estoy cansada de la situación. No tengo agua, no tengo comida, no tengo medicinas y lo último, no tengo champú”. Estas palabras son el reclamo de una pequeña de 7 años en Venezuela, quien se queja a través de un vídeo que gracias a su frase final se ha vuelto viral en el resto de países. Estoy segura que más de uno de los lectores de esta nota habrá visto el vídeo, ¿Pero cuántos sabemos realmente qué pasa en Venezuela?
Vivimos en una sociedad híper-conectada pero seguimos desinformados, pretendemos saberlo todo, pero pocas veces cuestionamos a nuestras fuentes. Estamos viviendo 1984, no el año, sino la obra de George Orwell en persona. Dicha obra retrataba a una sociedad que vivía bajo una vigilancia constante, la información era manipulada y existía una frecuente manipulación política y social, de aquí surgió el concepto del gran hermano por ello hay quienes dicen que hoy en día estamos en la pesadilla de Orwell.
Es cierto que cada vez es mayor el número de personas con acceso a múltiples medios y canales de información, pero siguen siendo una minoría en contraste con el número de quienes viven en pobreza extrema y evidentemente no cuentan con acceso a internet, así que si ya viste el vídeo que comento al principio siéntete privilegiado.
Otro de los grandes analistas del mundo y gran periodista, Ryszard Kapuściński hablaba de la sociedad actual en uno de sus últimos libros Encuentro con el otro. En este compilado de múltiples conferencias el también escritor hace la siguiente reflexión: “El otro es el reflejo del Yo; la vía para conocerme a mí mismo. No sólo somos iguales, sino responsables el uno del otro”. Comparto esta reflexión porque en un mundo tan global lejos de unirnos nos estamos separando cada vez más, hemos dejado de vernos en nuestros semejantes e incluso se ha distorsionado el concepto de humanidad a tal grado que hay quienes creen que tiene mayor valía la vida animal que la de un ser humano.
En esta ocasión no voy a debatir qué debería tener prioridad porque también creo que hay más de un momento en que la estupidez humana ha destruido a la naturaleza sin razón alguna y otros en los que nos hemos sobrevalorado como especie sintiéndonos con el derecho de explotar a otras sin importar el desequilibrio que ello pueda causar. Lo que sí debo recalcar es que me resulta casi imposible creer que seamos capaces de luchar por el bienestar de los animales si no podemos reconocer a nuestra propia especie como tal.
Sin duda hay momentos en los que no entendemos el actuar de otros como en el famoso caso del gorila asesinado en Cincinnati, pero no podemos estancarnos en eventos como ese, cuando lo primordial debería ser buscar formas de evitarlos. Y sobre todo considerar que mientras algunos siguen tachando a los zoológicos como lo peor del mundo, hay otros infortunios alrededor del globo terráqueo que merecen nuestra atención y no la reciben.
En Venezuela la crisis es cada vez mayor, en Guatemala marchan por la corrupción, En México queremos festejar que un partido ya no es la principal fuerza política como si eso de verdad significara algo, en Medio Oriente la intolerancia es el principal punto de quiebre, en Europa hay quienes no quieren ayudar a sus semejantes sin importar que mueran algunos refugiados y mi lista podría seguir…
Lo que pasa en otros países es también parte de la historia que compartimos, hemos sido testigos del Primer presidente de Estados Unidos con otro color de piel, mismo que logró reestablecer las relaciones con Cuba quizás gracias a la ayuda del primer Papa Latinoamericano. Todo lo que ocurre en un lado de una manera u otra repercute en los demás. Comencemos a vernos como un todo sin perder nuestras raíces, saquemos todo el provecho posible al encuentro de culturas, aprendamos a ser tolerantes y respetuosos y enseñémosle a quienes podamos a replicar este comportamiento.
Decir “No tengo champú” puede ser muy divertido pero la realidad detrás es más fuerte, ¿De qué serviría la botella de champú sin agua? ¡Una niña de 7 años carece de lo más elemental! Y no es sólo una, son millones alrededor del mundo. Sin duda debemos hacer algo por otras especies cuando podemos pero nunca olviden que los nuestros también sufren.