La especies gigantes de la Edad de Hielo, como el oso de cara cortada y el gato de dientes de sable, que vagaron por las llanuras de la Patagonia desaparecieron en una “tormenta perfecta” formada por el rápido calentamiento global y la presencia de seres humanos, según un nuevo estudio.
Una investigación del Centro para en ADN Antiguo (ACAD) de la australiana Universidad de Adelaida publicada hoy en Science Advance revela que solo cuando el clima se volvió más cálido, tiempo después de que los primeros humanos llegaran a la Patagonia, se produjo la muerte repentina de la megafauna.
“La Patagonia ha resultado ser la Piedra Rosetta” para entender ese periodo, indicó el director del ACAD y responsable del estudio Alan Cooper.
El estudio revela la interacción entre el impacto humano y el cambio climático hace unos 12 mil 300 millones de años, un momento en el que la acción humana combinada con los cambios medioambientales llevaron al colapso, en unos pocos cientos de años, del ecosistema en el que vivían esos grandes animales.
El equipo compuesto por investigadores de la Universidad chilena de Magallanes en Patagonia; la estadounidense de Colorado Boulder y la australiana de Nueva Gales del Sur, estudiaron el ADN antiguo extraído de huesos y dientes datados con radiocarbono que fueron encontrados en diversas cuevas de Patagonia y Tierra del Fuego.
Restos de especies como el caballo sudamericano, el jaguar gigante o el oso de cara cortada, que con una tonelada de peso fue el mamífero carnívoro terrestre más grande, se habían encontrado de manera muy difusa en la Patagonia, pero parece que desaparecieron poco después de la llegada de los seres humanos a esas tierras.
El guanaco y la vicuña, ancestros de las actuales llama y alpaca, son las únicas especies que sobreviven desde aquella época, aunque casi se extinguieron.
“Los datos genéticos antiguos muestran que solo la llegada tardía a la Patagonia de una población de guanacos procedente del norte salvo a la especie”, explicó Jessica Metcalf de la Universidad de Colorado Boulder.
El patrón de rápida colonización humana a través del continente americano en coincidencia con un época de temperaturas de fuertes contrastes permitieron a los investigadores desentrañar el impacto relativo de la llegada de los humanos y el cambio climático.
Los expertos usaron para su estudio los huesos obtenidos cerca de la cueva Fell (Patagonia chilena) donde en 1936 se encontraron pruebas de que los humanos habían sido cazadores de megafauna de la Edad de Hielo.
El objetivo de emplear esos huesos era, según Fabiana Martin de la Universidad de Magallanes, conocer el “papel clave que tuvieron el calentamiento climático y los humanos en la extinción de la megafauna”.